Nuevos temas ganan espacio en la literatura juvenil

Los tiempos cambian. Los adultos que se ufanaban de poder recitar de memoria los versos de La cautiva , de Esteban Echeverría, son, acaso, los mismos que ahora ven que sus hijos no tienen mucha idea de quién es el autor ni de la época en la que le tocó vivir. Sí, en cambio, esos chicos pueden contar largamente las peripecias del mago Harry Potter, de los habitantes de Narnia, de la propia Natacha, de Luis Pescetti, o de algún vampiro joven y atractivo que no es tan malo como Drácula.¿Está bien o está mal que los chicos y jóvenes desconozcan lnos clásicos de sus mayores? La respuesta a esa pregunta fue unánime en todos los entrevistados por La Nacio: no está ni bien ni mal, lo que ocurre es que los clásicos de la niñez y la adolescencia cambiaron, mutaron por otros que les hablan a nuestros hijos de temas más actuales que el Mío Cid. Y que pueden convivir con aquellos títulos como Platero y yo, Juvenilia, herencia de otras generaciones.Guillermo Martínez, uno de los escritores más leídos por grandes y chicos, es tajante a la hora de responder. "Creo que el colegio secundario debe servir de introducción a toda la literatura. Para esto una condición indispensable es que lean muchos libros, no menos de 100 a lo largo de los cinco años, fácil de lograr si toda hora libre se transforma en hora obligatoria de lectura".Esto ocurre en varios colegios privados del país: una vez a la semana tienen "Biblioteca", donde los chicos del primario y secundario leen y comparten historias y libros guiados por un profesional, y comienzan a descubrir a autores como Lewis Carroll ( Alicia en el País de las Maravillas ) y el siempre vigente Chesterton."Me parece que cualquier selección de literatura para adolescentes debería incluir la dimensión del sexo, de la novela de aventuras, de la novela filosófica, de ideas, incluso de la novela romántica", dice Martínez.La escritora Liliana Heker cuenta que el Quijote fue para ella una tortura durante el secundario, y se pregunta quién les propone a los chicos los textos para leer y cómo. "Un maestro no puede comunicar a sus alumnos la pasión por la lectura si él mismo no conoce esa pasión. Antes que preguntarse si un alumno de primer año está en condiciones de leer a Borges, uno debería saber si el docente lo lee y lo disfruta, si sabe y quiere comunicar con pasión ese disfrute y si, aun en ese caso, está preparado para que varios de sus alumnos le digan que Borges no les gusta, que tal vez prefieren a Arlt, Cortázar, Abelardo...

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