En la telaraña de la fragmentación oficialista

Alberto Fernández y Cristina Kirchner durante la entrega de los premios Azucena Villaflor

Como un Penélope burocrático e involuntario, Alberto Fernández parece condenado a tejer cada día lo que se le desteje cada noche, sin resistirse.

En su congénito internismo, el Frente de Todos es atravesado por un proceso de microfragamentaciones o internas de las internas, con el Presidente en el centro de la telaraña. En su perjuicio y en su beneficio. No termina de perder, pero tampoco se impone. Gana tiempo y mantiene centralidad. Como en los penales de la playa.

Los recientes abrazos de Fernández a casi todos los que lo destrataron y hasta desconocieron su autoridad, expone esa red en el que su gobierno suele quedar atrapado y sin resolver los problemas.

Lo sostiene todo la ilusión intacta de que por no romperse y por el simple paso de los días, más algún evento afortunado, el Presidente podrá llegar a puerto. Hasta el 2023. Y más allá. Ese es su infinito.

Las fuerzas (o siglas) fundadoras que formaron el FDT y lotearon el Gobierno ahora son un marco conceptual de naturaleza genética que permite ordenar la tribu en grandes familias. Pero no reflejan ni explican la realidad. El vértice bipolar de Alberto Fernández y Cristina Kirchner ya no tiene el mismo carácter articulador. Todo es un poco más complejo.

Dentro de cada uno de esos espacios han aflorado, después de la derrota electoral y ante la inminencia del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, discusiones, enojos y reposicionamientos. Ya no hay bloques homogéneos, ni siquiera en los grupos más verticalistas y herméticos, como La Cámpora.

Esa nueva composición se expondrá en los días por venir cuando el entendimiento por la deuda ingrese en la fase definitiva, si es aprobado por el directorio del FMI en las próximas 48 horas, como esperan en la Casa Rosada, y, en consecuencia, es enviado al Congreso antes del fin de semana.

Las viejas discusiones, desconfianzas y sospechas que desde el comienzo marcaron las relaciones entre el albertismo siempre por nacer y siempre nonato, el cristinismo rancio, el camporismo cerril y Sergio Massa (el tramoyista solitario e infatigable) no desaparecieron, sino que se han multiplicado.

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