El teatro de títeres también tiene sus premios

Los títeres se multiplican de forma silenciosa, se expanden a través de escenarios y retablos mayormente no muy multitudinarios por los barrios más diversos, de manera tal que cuesta dimensionar el alcance de la movida. Pero una noche al año se reúnen, mejor dicho, se juntan sus representantes, los titiriteros. Los convoca la entrega de los Premios Javier Villafañe, instituidos en homenaje al gran poeta y titiritero fallecido hace veinte años. En la tercera edición de la premiación, el miércoles por la noche, fue desbordada la capacidad de la sala mayor del Centro Cultural de la Cooperación, sede de la ceremonia. Era el correlato lógico de 34 elencos nominados a los 16 premios. Es este último un dato notable: la cantidad de obras destacadas que pudo encontrar el jurado presidido por Antoaneta Madjarova.

Pero hilando más fino en la composición de las ternas e incluso entre los ganadores mismos, se podía percibir un entramado intenso entre aportes de varias generaciones de titiriteros y sus colaboradores artísticos. Los premios mayores fueron ejemplares en este sentido. Los caminos invisibles, una obra de Silvina Reinaudi, referente indiscutible de los retablos desde los años 70, ganó el premio a la mejor obra para niños. Salvajada, de Mauricio Kartun, obtuvo el galardón a la mejor obra para público adulto. En la primera actúa Sandra Antman, la segunda fue dirigida por Tito Loréfice, dos representantes de la generación intermedia, surgidos de las canteras del grupo Libertablas y del Grupo de Titiriteros del San Martín, respectivamente.

"La complejidad de la identidad poética del títere ha sido faro y brújula para mí, estreno como dramaturgo y director, creo como titiritero", expresó Kartun en su mensaje de agradecimiento al premio. "En las obras premiadas, los viejos estamos colaborando con los jóvenes y los jóvenes con nosotros, en cada una de ellas hay algo de los que estuvimos antes", dijo por su parte Reinaudi. Y los...