Teatro musical: las contradicciones de la Broadway de América del Sur

Suena una canción, un puñado de voces ejecutan notas con precisión suiza, repiquetean los zapatos de tap, alguien suelta un diálogo histriónico y un, dos, tres, cua... La comedia musical late en cada una de las salas de ensayo, en las escuelas dedicadas al género, en los teatros, en los bares, en las terrazas y en las casas de los que se apasionan por convertirse en un profesional del canto, el baile y la actuación... eso, todo junto. Que en la Argentina el teatro musical es un género de nicho es una falacia que la calle Corrientes porteña ha sabido desterrar a fuerza de trabajo y talento durante al menos, los últimos 50 años. Si no, basta con mirar la cartelera: en los últimos seis meses se estrenaron 44 musicales en el circuito comercial y el alternativo, y se espera un aluvión de nuevas propuestas para abril.

Pero además de expresar una hiperquinesia creativa, estos números hablan de una actividad que excede por mucho la etiqueta de "fenómeno". El musical puja por convertirse en una industria con peso propio en el ámbito teatral porteño, con una enorme cantidad de profesionales trabajando para sostenerlo y un público cada vez más amplio y exigente, dispuesto a pagar costosas entradas a cambio de un producto de calidad. El beneplácito de la gente ha logrado, por ejemplo, que obras del circuito off como Asesinato para dos o ¿Quién retiene a quién? lleguen a ser programadas por un teatro comercial como lo es el Metropolitan Sura, o que obras que fueron resultado de la Bienal de Arte Joven, un verdadero semillero de talentos que incentiva la producción local, lleguen a cumplir varias temporadas en escena. Para entender el funcionamiento, los códigos y las dificultades que hacen a este género, LA NACION reunió a las 14 figuras que hoy están protagonizando algunas de las obras más exitosas de ambos circuitos.

El Obelisco se alza imponente, siempre, en el horizonte de la arteria principal del teatro porteño. No importa el tránsito, el ruido, los gritos de los conductores nerviosos, no importa que sea de noche y a veces parezca solitario. Los teatros están ahí, uno al lado del otro, y respiran el mismo aire que sus artistas. Por eso la cita fue ahí, en medio de los escenarios que los hacen brillar. Los primeros en llegar fueron los más jóvenes: Belén Ucar, Nahuel Quimey Villarreal, Mariano Condoluci, Meri Hernández, exponentes de la nueva sangre del género. Llegaron en nombre de los elencos de cuatro obras que a partir de la autogestión lograron cautivar: Belén protagoniza La encantadora David, un proyecto surgido en la Bienal de Arte Joven que aunque no obtuvo el premio del concurso (que otorga un subsidio para llevar a cabo la obra) logró ponerse en escena. Además, está en otro proyecto que siguió los mismos pasos, La desgracia, uno de los grandes éxitos del off de esta temporada, que protagoniza junto a Mariano Condoluci. Nahuel es uno de los actores de Lo quiero ya, y Meri Hernández es la que trajo a la Argentina ¿Quién retiene a quién? desde el Off Broadway y logró que se estrenara en la calle Corrientes con Fabián Vena y Laura Oliva como protagonistas. Minutos después, a cuentagotas...

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