El teatro aleman, desde adentro

BERLÍN.-La maquinaria del teatro alemán tiene algo de impactante por la potencia de sus creadores, su propia historia, sus nombres de referencias en el entramado de la escena mundial y, por otro lado, por el poderío de su teatro público.

El presupuesto anual destinado a las 140 salas de este tipo es de dos mil millones de euros. Berlín ocupa un lugar central en este entramado. Como suele suceder en otras capitales, acá hay varios circuitos: el alternativo, el público, el profesional, en el cual trabajan algunos actores de llegada más masiva, y el comercial en sí mismo. El sostenido con dineros públicos, sea dinero federal, regional o municipal, es un caso en sí mismo. En lo que hace a teatro, porque la ópera tiene sus propias salas, que son cinco: la Volksbühne, la Schaubühne, el Gorki, el Berliner Ensemble y el Deutsche Theater. Para darse una idea, todos ellos superan el promedio presupuestario destinado a cada sala. De hecho, la Volksbühne cuenta con ocho millones anuales. Cada una de estas salas destina alrededor del 80 por ciento de ese presupuesto en pago de salarios, mantenimiento e infraestructura. Al mismo tiempo, tienen un promedio del 80 por ciento de frecuentación de público en sus salas (porcentaje más que respetable).

El Theatertreffen Berlín 2016, el festival de habla germana que está teniendo lugar en estos días, forma parte de esta maquinaria de gestión pública. Es, desde 1964, una de las tantas vidrieras de este poderío artístico y económico. En todos estos años el encuentro ha tenido 9 directores artísticos y 89 jurados, y se han presentado 574 montajes en más de 70 salas. Como es costumbre, el jurado selecciona las obras más destacables del teatro en alemán (una forma de incluir a Austria y a Suiza y de hacer un recorte que acá mismo se discute).

Este año, el jurado, compuesto por seis hombres y una única mujer (dato un tanto llamativo), cumplió con ese rito de viajar durante el año tratando de lograr una muestra representativa (o representativa dentro de lo establecido, quizá se podría agregar). El jurado tiene una regla, cuenta Barbara Burchhardt, su única integrante mujer, en una charla con un grupo de 20 gestores, directores de encuentros escénicos y periodistas de todo el mundo: "Si uno de nosotros, al llenar una ficha, dice que la obra analizada es digna de ser tomada en cuenta, obliga al resto a verla". Los alemanes parecen ser estrictos con eso tanto como con la puntualidad.

De los 10 montajes elegidos, tres son...

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