Un tarifazo para Kristalina Georgieva

Sergio Massa y Kristalina Georgieva

A la Argentina le volvió a pasar algo que le ha pasado muchísimas veces, tal vez no de manera tan dramática como ahora. El Banco Central se quedó sin dólares. Ese problema plantea una relación complicadísima con el Fondo Monetario Internacional (FMI), si uno la mira desde el punto de vista de la encerrona que tiene Sergio Massa. Pero también de la encerrona que tiene Kristalina Georgieva respecto de la Argentina. Los dos están atrapados. No solamente porque hay una enorme incógnita de cómo se va a desempeñar la economía argentina, el sistema financiero, los ahorristas, ante la falta de dólares. También porque todas las metas del programa, en especial las que tienen que ver con el déficit fiscal, están totalmente desmadradas, y tampoco se cumplen. Esto tiene que ver indirectamente con el único objetivo prácticamente que le queda a este gobierno hasta las elecciones, que es no devaluar.

En el juego que hace el Banco Central con la ANSES para operar en el mercado de bonos, se han emitido 1.2 billones de pesos más de los previstos solamente en el primer trimestre de este año. Si se analiza la deuda flotante del Tesoro, la del Ministerio de Economía, en el primer trimestre duplicó el nivel en que estaba a fin del año pasado. Son distorsiones muy difíciles de manejar por parte del ministro de Economía. Esto pone a Massa en una situación muy inconveniente desde el punto de vista electoral, no solamente porque la mala economía deteriora el caudal de votos del Gobierno, sino porque lo obliga a tomar decisiones que son las peores en una campaña electoral para cualquier equipo político.

De forma casi inadvertida, el Gobierno publicó una medida en el Boletín Oficial del sábado. Es rarísimo que eso ocurra un sábado. El Gobierno tenía que cumplirle al Fondo antes de que termine abril, con el decreto 450 que implica un tarifazo de gas. Escrito para técnicos, la medida reúne adendas de contratos con cada distribuidora para aumentar los precios de la distribución de gas. Todavía falta un ajuste del precio de la tarifa eléctrica. Habría que recordar que, a fines de 2020, con los ojos puestos en las elecciones del año siguiente, Cristina Kirchner llamó a su despacho a Martín Guzmán y le dijo que no aumentará más del 9% en el año electoral. "Vos estás ahí porque yo gano elecciones", le dijo. Pero Cristina no puede hacer lo mismo con Massa. El ministro de Economía tiene que autorizar este tarifazo para poder cumplir en algo con Georgieva, de tal manera que el Fondo tenga algún argumento del cual agarrarse para darle más dólares de los que él esperaba o de los que el organismo le tendría que dar. Ese es el principal problema.

Mientras tanto, sigue habiendo una distorsión cambiaria que complica más la economía día a día: es la brecha , la diferencia que hay entre el dólar oficial y los dólares financieros que se cotizan en distintos mercados, como el contado con liquidación, o el blue. Esto produce incentivos en los actores económicos que van totalmente en contra, no solamente de la salud de la economía, sino de la supuesta ideología del Gobierno. Sobre todo de la clase magistral que dio Cristina Kirchner el jueves. No se trata de la perversión de ningún actor. Hoy es un estímulo enorme para las grandes compañías argentinas endeudarse en pesos pagando una tasa muy baja, emitiendo obligaciones negociables, atadas al dólar, por si hay una devaluación. El ahorrista está dispuesto a que le den una tasa muy baja con tal de protegerse de una devaluación, dado que con los pesos no sabe dónde ir. Con ellos esas empresas puede comprar dólares al precio oficial -a $229, no a $440 que es el del mercado financiero- para pagar deuda en el exterior. Es un premio a las grandes empresas y un castigo a los ahorristas. ¿Eso es lo que quiere Cristina de la economía? Al parecer, sí. Ella sostiene a Massa y a este modelo. De lo contrario, sería Kicillof el que estaría en el Ministerio de Economía.

Cristina Kirchner durante el acto en el Teatro Argentino, en La Plata

La misma brecha entre dos dólares, con una diferencia de más del 90%, juega al revés castigando a los exportadores, que son los que tendrían que tener una competitividad capaz de traer dólares al país. El sector agropecuario, con algunas diferencias institucionales, pide un nuevo dólar soja. La Sociedad Rural Argentina se desmarcó, sin embargo, y aclaró que no buscan una devaluación. Pero si uno habla con cualquier chacarero, de todas maneras, se lleva una versión distinta. Ellos dicen que no tienen ningún estímulo para liquidar la poca soja que tienen por culpa de la sequía. Señalan que, dada la devaluación de estas semanas, tendrían que tener un dólar de aproximadamente $350 por dólar, distinto del de $229, pero todavía muy abajo del de $440. El Gobierno conoce esta exigencia.

En definitiva, se estimula a aquel que consume más dólares para pagar deuda afuera y evitar que entre en default, se alienta a los importadores, y se...

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