Tarifas: un parche necesario para un sistema maltrecho

El presidente Alberto Fernández, y el ministro de Economía Martín Guzmán

No es fácil arreglar un desaguisado que ya cuenta los años en décadas con una sola norma. Se podría decir que es prácticamente imposible. Desde 2002, el maltrato regulatorio y el caos tarifario fueron el común denominador en el mundo de la electricidad y el gas. Es cierto que la recomposición de los ingresos energéticos es vital para la política fiscal argentina, pero también lo es que semejante desaguisado ya no soporta más parches a las apuradas.

El anuncio, que habilita la segmentación de tarifas por ingresos, no hace más que sumar una nueva mancha al tigre. Pobre animal, ya casi se lo ve negro pantera; poco ha quedado de aquel brillo amarillo. Formalmente, el Gobierno anunció que todos los usuarios que quieran tener subsidiados los servicios de gas y electricidad deberán registrarse en la Secretaría de Energía para pedir que no se le quite el beneficio.

Inmediatamente después de la creación de un registro, una nueva criatura burocrática, tranquiliza. D ice que sólo el 10% de la población pagará la tarifa plena; el 90% restante se repartirá entre tarifa social y "clase media". Pobre división para algo tan complejo como tratar de segmentar la tarifa de los servicios públicos. Sólo con estos supuestos ya se puede avizorar un panorama ciertamente difícil de poner en práctica. Pero hay más. El hemisferio entre el 90 y el 10% se corta en tener ingresos mensuales superiores a 3,5 canastas básicas totales (CBT), que actualmente equivalen a $333.410.

Vale, y mucho, esta palabra: actualmente. ¿Qué pasará con alguien anotado entre los de "allá arriba" si dentro de dos meses sus ingresos están por debajo del valor de las tres las canastas? ¿Deberá volver a inscribirse para dejar el 10 y pasar al 90? ¿Y si le aumentan el sueldo cuando estaba en la mayoría que no pagan la tarifa plena? ¿Lo suben o bajan de categoría de oficio? O en su caso, la mente regulatoria del ministro Martín Guzmán y los suyos espera que el hombre regrese voluntariamente al lugar del pago pleno. Preguntas que nadie puede contestar por ahora.

El buque Excelsior, en el puerto de Bahía Blanca, fue uno de los grandes protagonistas de la importación de gas natural licuado (GNL)

Quizá en el Ministerio de Economía encuentren los libros de historia reciente. Se podrían detener en 2011 cuando la Casa Rosada abrió un registro de renuncia voluntaria a los subsidios. La lista fue magra; una minoría se anotó para...

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