Tarde de emoción y nostalgia en el puente Avellaneda

Se trató de una larga espera, pero ayer, después de 57 años de permanecer estático, el puente transbordador Nicolás Avellaneda volvió a ponerse en marcha sobre el Riachuelo ante la expectativa de vecinos y curiosos que comenzaron a aplaudir apenas la plataforma se movió unos milímetros.

Silencioso y a paso lento, así se trasladó. Parecía flotar. Aún se podía percibir el aroma de la pintura renovada en el interior de la barquilla. María Acuña lloraba de emoción. "Volví a revivir mi niñez", sollozaba. Abuelos y nietos compartían anécdotas y simpáticas selfies.

Inicialmente la fiesta no fue completa. Se suponía que la barquilla volvería a unir las costas de la ciudad con la isla Maciel, pero como había una manifestación del lado de Avellaneda los organizadores decidieron acortar los primeros viajes. Poco después de pasar la mitad del recorrido, el vagón colgante regresó al lugar de partida con los primeros 30 vecinos que salieron sorteados para disfrutar de la experiencia. El trayecto, de poco más de cuatro minutos, se redujo a tres.

Con el lema "porque un río no es una grieta, nosotros también festejamos", la comuna de Avellaneda convocó a un festival al mediodía. Los organizadores de la reapertura dijeron que sí fueron invitadas las autoridades del municipio sureño. Y, de hecho, antes del atardecer, la barquilla pudo cumplir su trayecto completo.

"Estuvo muy lindo", dijo Silvina Antón Giovanni al descender de la barquilla. Cuando supo que había sido una de las 15 ganadoras del concurso de Participación Ciudadana llamó a su amiga del trabajo...

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