Tame Impala aprende de los mayores y suma lo propio

Tame Impala / Integrado por: Kevin Parker (guitarra, voz), Jay Watson (sintetizadores, voz, guitarra), Dominic Simper (guitarra, sintetizador), Cam Avery (bajo) y Julien Barbagallo (batería, coros) / Apertura: Albert Hammond Jr / El jueves, en vorterix, side show del lollapalooza / Nuestra opinión: Muy bueno.

Fue mucho más que un aperitivo. El público que colmó Vorterix lo pudo comprobar y se fue excitado y feliz. Tame Impala ya tiene un buen número de fieles en Argentina, una convocatoria que le permitió armar su propia fiesta, al margen de su presentación en el marco de la grilla central de la primera jornada del Lollapalooza en el Hipódromo de San Isidro. En la previa, Albert Hammond Jr., el violero de los Strokes que tiene familia argentina, presentó un set seco y contundente, con mucho de su último disco, Momentary Masters, en el que combina riffs poderosos, mucha distorsión, melodías agridulces y más de un guiño new wave, una fórmula que hubiera rendido mejor con un volumen un poco más moderado (Julian Casablancas había hecho algo parecido en en el anterior Lollapalooza, en un concierto más anárquico y con los decibeles al mango). Tame Impala, lo que fue a ver la gente que abarrotó la sala, bajó un cambio y se metió a todos en el bolsillo con muy buenos argumentos. Currents, el álbum que editó la banda australiana el año pasado, es el mejor de su carrera: queda claro que Kevin Parker, indiscutible cerebro del grupo, explotó definitivamente como arreglador y evolucionó notablemente como cantante.

En la colorida paleta del grupo, que ya había estado dos veces en el país, hay psicodelia, soul cósmico y música disco. Pero la gran virtud de Parker es dejar traslucir detrás de la compleja arquitectura sonora de cada tema un sustrato de melodías muy pegadizas y con enorme poder de sugestión, dos cualidades que no siempre van de la mano. No sólo eso, Parker también compuso para Currents un single de una duración inusual (8 minutos) y con varios cambios de temperamento: Let It Happen, una auténtica catedral pop que cruza el house de Daft Punk con el RyB de The Weeknd, transformó muy pronto a Vorterix en una discoteca de los 80. Su inclusión en la parte inicial del concierto encendió una llama que no se apagó nunca, ni siquiera en los tramos más relajados y narcóticos de un espectáculo en el que también aparecieron algunas estrategias de puesta en escena poco comunes en el universo del indie: kilos de papel picado y algunos ademanes de un...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR