Sufrió las mudanzas en su infancia, pero en el camino halló una falla en Argentina que hoy busca cambiar: '¿Cómo puede ser?'

Belén March

Belén March tenía 6 años cuando cayó de las barras paralelas en una clase de gimnasia artística. La caída de 2,4 metros le provocó una doble fractura de cóndilo expuesta y marcó su vida para siempre.

Allí, en la ciudad donde residía, apenas había un hospital y unos pocos médicos, no eran muchos los profesionales que accedían a vivir en un lugar tan remoto del país. La niña debía ser operada de urgencia y nadie parecía hallar una respuesta a su situación. Belén jamás olvidará la angustia de su familia, alejados de su entorno querido, a 3 mil kilómetros del hogar que habían dejado tiempo atrás.

Finalmente, aguardaron la llegada de un médico de confianza de Buenos Aires, y durante una cirugía que se extendió por tres días, a Belén le colocaron tres clavos con el objetivo de reparar sus huesos rotos; luego vino el yeso y más tarde una larga rehabilitación que trajo consigo grandes aprendizajes.

"Hoy en día llevo conmigo no solo la historia y su cicatriz, sino también la repercusión que este suceso dejó en mí. Con los años fui creciendo, estudié y me hice más consciente de esta disparidad que existe entre las ciudades y pueblos argentinos; tomé consciencia de la escasez de espacios destinados a la salud y su importancia a lo largo de todo el país", cuenta Belén, al rememorar su historia.

Belén March

Una infancia marcada por las mudanzas: "Sabiendo que no iba a estar ahí mucho tiempo más, aguantaba"

Para Belén, las mudanzas no fueron fáciles. Sus padres nunca optaron por cruzar las fronteras, y aun así, ella no tardó en descubrir que a lo largo de su tierra existían muchas Argentinas, con distancias culturales, diversidades sociales y climas desiguales.

Oriunda de La Plata, la primera mudanza fue a los 4 y el impacto para su corazón infantil resultó drástico. Aún hoy se recuerda caminando descalza por el césped de su hogar natal, las tardes de pileta en familia y un recreo al aire libre en el jardín. De un día para el otro, se halló sola con su mamá y su hermana, encerrada en una casa desamueblada en el desolado extremo sur.

"Estos años de infancia pasaron rápido, poco recuerdo de esos largos inviernos, pero sí puedo decir que mis papás hicieron todo para darme una infancia feliz, ¡y lo lograron! La ciudad era chica, había dos o tres supermercados, un centro y un solo hospital. Los recursos eran pocos, poca gente quería irse a vivir al `fin del mundo´, pero con los años y gracias a algunos proyectos, poco a poco la ciudad fue creciendo", asegura Belén, al recordar sus años en Río Grande, donde sufrió su accidente.

Una infancia en el sur.

En 2009 llegó la segunda mudanza, nueva ciudad, nueva vida otra vez. Por fin, Belén había logrado construir su pequeño universo...

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