Un sueño hecho pesadilla

Hace no más de diez días leí una noticia singular. En honor a la verdad, no era una noticia, sino la iluminación de algo que, evidentemente, pasa hace bastante tiempo y que algunos no conocíamos. Hay hombres en Japón que mantienen una relación sentimental con muñecas de siliconas. Las fotos de los artículos (había varios en más de un diario) eran, de por sí, perturbadoras, por no decir directamente inquietantes: esos hombres aparecen con sus muñecas en paseos a la orilla de un lago y en picnics campestres. "Unas 2000 muñecas de silicona son vendidas cada año en el archipiélago nipón, según los profesionales del sector. Valen algo más de 6000 dólares." Eso leí.

Después de leer, me acordé enseguida del final de la película Casanova, de Federico Fellini. El plano se detiene en los ojos de Donald Sutherland -la suya fue una actuación fuera de serie- y por detrás de la mirada de ese Casanova ya viejo, ya sin fuerzas, se nos impone a los espectadores de la película una imagen del pasado (del pasado de Casanova): una muñeca animada. El hombre que había hecho de la posesión algo puramente mecánico solamente podía evocar, en el último minuto, a un ser mecánico.

La verdad es que la literatura llegó a esas imaginaciones mucho antes de Fellini y mucho antes de que ciertos japoneses siniestros se ocuparan de hacerlas realidad. Las muñecas y los autómatas fueron una auténtica invención romántica. La muñeca pionera es Olimpia, la autómata del relato "El hombre de arena" de E.T.A. Hoffmann. No es una casualidad que ese cuento, y ese personaje también, le sugirieran a Freud su concepto de "lo siniestro" o "lo ominoso" (como también se tradujo la palabra alemana unheimlich). Recordémoslo: lo siniestro es algo familiar que se vuelve de pronto extraño, de tal modo que dejamos de reconocerlo aun con una apariencia reconocible, que se concentra en los ojos.

La genealogía mecánica tuvo una muy digna continuación en el Río de la Plata. Pienso sobre todo en Las Hortensias, la novela breve del uruguayo Felisberto Hernández (si no leyeron todavía esa obra maestra, busquen algunas de las...

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