Tenía un sueldo alto y condiciones inmejorables pero quiso un cambio: 'No sé cómo mi marido no se infartó cuando se lo conté'

Daniela y Silvina, amigas desde la infancia.

Fue como la ola de un tsunami. Lo intempestivo había tomado el control. Sin mediar mucha explicación -porque no fue una decisión que hubiera pasado por su cabeza, sino que se parecía más a una suerte de epifanía-, mientras trataba de articular las palabras y respirar en medio de un llanto que por momentos le quitaba la respiración, sintió que había llegado el momento de dar un salto al vacío.

Corría 2018, estaba de viaje y, de pronto, sin anuncio ni presentación, una inmensa angustia se apoderó de ella. "Sin siquiera haberme dado cuenta de qué tan incómoda estaba, comencé a llorar con muchísima angustia, sin poder parar. Cuando logré calmarme un poco, pude articular lo que en algún lugar de mí sentía: me sentía presa en ese rol. Quería volver a jugar con mi creatividad y proponerme mis propios desafíos", recuerda Daniela Senes.

Silvina Blanco aprendió el oficio en la cocina de su mamá

Una pasión que nació en la mesa familiar

Había recorrido un largo camino para llegar exactamente al lugar donde se encontraba en ese momento. De pequeña, en el colegio había desarrollado una pasión por la historia que la acompañaría por el resto de sus días. Esa pasión había dado sus primeros pasos alrededor de las mesas de la familia. Hija de inmigrantes italianos por parte de su madre, en las típicas mesas de los domingos, entre platos de pasta o de polenta, sus bisabuelos y su abuela le contaban historias sobre la Italia que habían dejado atrás.

Daniela con su abuelo

"Mis bisabuelos habían nacido poco después de la muerte de la emperatriz Sisi, así que desde entonces hasta la posguerra de los años ´50, todo era tema de evocación. Se abrió ante mí un mundo apasionante que, cuando comencé a estudiar historia en el colegio, comenzó a cobrar sentido. Pude entender, desde pequeña, que la historia está presente en una canción, en una obra de arte, en un objeto que cruzó los mares inmigrantes. Y que los platos también cuentan su historia. Al calor de esos platos empecé a desarrollar mi pasión por contar historias".

A los 16 años, ganó una beca para hacer los dos últimos años de secundaria y rendir el Diploma del Bachillerato Internacional en United World College of the Atlantic , en Gales, en el Reino Unido. Allí, en ese colegio internacional tuvo la oportunidad de convivir con chicos de más de cincuenta nacionalidades. Alrededor de las mesas, esta vez del comedor del colegio, volvió a escuchar muchísimas de aquellas pequeñas historias que iban tejiendo la historia con mayúscula".

Recuerdos de la infancia

Mucho más que amigas

Pero siempre mantenía contacto con los suyos -y así lo haría más adelante también-. Su cable a tierra y a lo que sucedía en Argentina era su queridísima amiga Silvina Blanco. Se habían conocido a los seis años en el patio del colegio St. Catherine’s de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires. Daniela estaba en 1 ro. C y Silvina en el A. Eso no fue impedimento para...

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