Soldados que no saben adónde apuntar

Guillermo Moreno es probablemente el funcionario menos lenguaraz. No sólo porque el secretario de Comercio no hable con periodistas ni dé conferencias de prensa: también es difícil que suelte una palabra sin haberla meditado. Por eso su silencio del miércoles, durante la decisiva reunión que él y sus pares Axel Kicillof (Política Económica) y Daniel Cameron (Energía) mantenían con ejecutivos de la energía y dueños de estaciones de servicio de gas natural comprimido (GNC), resultaba más elocuente que cualquier parrafada.Fue un encuentro tenso. Les estaban comunicando a los fabricantes y expendedores de GNC, el sector energético más cuidado por el Gobierno en los últimos tiempos hasta el punto de ser el único excluido de los cortes, que era necesario subirles 300% las tarifas del gas que compran. Kicillof había acaparado la escena, Cameron casi no abría la boca, y Moreno tomó la palabra recién sobre el final, a modo de conclusión.Dijo que todos, absolutamente todos los que estaban ahí, tenían una vasta experiencia en energía y sabían de qué se trataban los problemas. Que él, por ejemplo, se ocupaba de esos temas desde hacía siete años. Y cerró con una broma, mirando a la líder de la Federación de Empresarios de Combustible, única mujer del encuentro y con 40 años de trabajo en el negocio: La única novata es la señorita Rosario Sica, porque todavía es muy joven , sonrió.Pareció un chiste inocente. Pero tanta insistencia en los antecedentes podría interpretarse en realidad como una alusión de Moreno al único recién llegado a estos menesteres: Kicillof, el economista de impecables galardones universitarios que se abocó a la cuestión hace seis meses. La situación era curiosa porque Kicillof había asumido el 80% de la conversación. Y fue quien primero sacudió a los propietarios de las estaciones: les advirtió que habían ganado ya mucho en estos años y que tenían que hacer el esfuerzo porque, entre otras cosas, era necesario atraer capitales y desarrollar la producción de gas, insumo que le estaba costando al país una enormidad en importaciones de energía. Era un alto en el camino del keynesiano esmerado en enfrentar corporaciones: les estaba pidiendo a las pymes un espaldarazo para mejorar la rentabilidad de las multinacionales.El mal trago será atenuado. La mayoría de los expendedores piensa ya en trasladarlo total o parcialmente a los surtidores. Pero la referencia de Kicillof a las importaciones terminó de confirmar el cambio de paradigma de un gobierno que...

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