Una sociedad sublevada contra el Gobierno

Batakis llegó para profundizar el ajuste que no le dejaron hacer a Martín Guzmán

Han perdido el tiempo compitiendo por quién se hace cargo de la adversidad política. Mientras esas guerras civiles sucedían en el interior del kirchnerismo, un intenso malhumor creció y se expandió en una sociedad saqueada y defraudada. Silvina Batakis , en quien los mercados confiaron solo 24 horas y luego la despreciaron, llegó para profundizar el ajuste que no le dejaron hacer a Martín Guzmán . La pregunta que inquieta no es, entonces, por qué llegó Batakis, sino por qué se fue Guzmán . El ajuste no está en el marco de un amplio y nuevo programa económico, que sería necesario; se trata solo del acto desesperado de un gobierno sin agua ni oxígeno, que continúa con la práctica de financiarse ya con los pobres recursos que le extrae a la sociedad que debería proteger. En días recientes, el hastío social se hizo sentir con la protesta explícita de los productores rurales y de los piqueteros, a pesar de que nadie puede imaginar dos sectores sociales más distintos.

La excepción fueron los sindicatos gobernados por una burocracia de millonarios complacientes . Sin embargo, hasta ellos debieron convocar a una marcha para dentro de un mes ( ¡cuánto tiempo necesitan! ), pero para reclamar un acuerdo social y político. ¿Cómo? ¿En medio de una inflación de cerca del 90 por ciento anual, la CGT se movilizará solo para pedir un acuerdo entre los políticos? ¿No hay, acaso, ningún conflicto que justifique una protesta? "Es una marcha por la patria, no contra el Gobierno", aclaró José Luis Lingeri , uno de los más viejos y ricos caciques del gremialismo argentino. La patria necesita también de estómagos satisfechos. La corporación sindical es una herramienta más del peronismo en cualquiera de sus versiones. A Alfonsín, De la Rúa o Macri ya les hubiera hecho tres paros generales en los últimos cuatro meses. Hay, con todo, una conclusión fácilmente perceptible: no podían no hacer nada porque la inflación está deshilachando los salarios de los trabajadores formales, que son los que ellos dicen representar. El malhumor está también entre los trabajadores sindicalizados. Esa es otra extrañeza: la sensibilidad de los dirigentes gremiales se limita a los trabajadores formales; nunca se ocuparon de los desocupados ni de los jubilados ni de los que jamás pudieron ingresar al mercado laboral. Es una burocracia que ha perdido su legitimidad y su razón de existir.

Cristina Kirchner hace...

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