La sociedad, también rehén del paro en Aerolíneas

El repentino paro dispuesto por los pilotos de Aerolíneas Argentinas, que tuvo lugar el jueves y el viernes de la semana pasada, perjudicó a 18.000 pasajeros, que no pudieron viajar por la cancelación de 270 vuelos. Hubo caos en los aeropuertos y largas filas de los frustrados viajeros ante mostradores que enmudecieron.

Una vez más, una medida de fuerza que afecta un servicio vital y casi insustituible tomó de rehén a parte de la sociedad. Por desgracia, se trata de algo que ocurre con demasiada frecuencia y que revela, además de un egoísmo sin parangón, una actitud autoritaria y patoteril. El "éxito" de la medida se basa en lo esencial del servicio que ha de interrumpirse y en la lógica indefensión de la masa de afectados. Otro tanto ocurre con los paros docentes, que toman siempre como rehenes a los alumnos, y con tantas protestas sociales que eligen como herramienta el ilegal corte de calles, avenidas y autopistas, impidiendo la libre circulación. En los últimos meses, hemos asistido a otros lamentables ejemplos, como medidas de fuerza de trabajadores del subte, de ciertas líneas de colectivos y hasta de médicos, que afectaron servicios públicos considerados esenciales.

El paro de Aerolíneas tuvo como agravante el hecho de que fue sorpresivo y, por lo tanto, casi todos los damnificados no pudieron adoptar los recaudos para cambiar las fechas de sus pasajes. La flamante presidenta de la compañía, Isela Costantini, calificó la huelga, con justa razón, como "una locura". "Fue una sorpresa, no lo esperábamos", dijo, y agregó que los dirigentes gremiales no querían negociar y buscaban adrede el conflicto.

El titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), Pablo Biró, explicó que desde hace un año los pilotos no tenían una compensación salarial y que si la compañía no ofrece un aumento razonable, el plan de lucha continuará. Los pilotos comenzaron pidiendo un aumento del 60 por ciento, que luego rebajaron al 45 por ciento, mientras que la empresa ofreció el 35 por ciento, en sintonía con lo obtenido por otros gremios.

El salvajismo de la medida y las amenazas sin tapujos que encierran las declaraciones de Biró permiten suponer que no se trata de una simple demanda salarial y que el factor político está presente e incluiría la voluntad de confrontar con el Gobierno. El paro se decidió instantes después de vencer la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo.

La huelga...

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