Sobrevuela el fantasma de Cámpora, más allá de los cambios

Cristina Kirchner en el búnker del Frente de Todos, la noche de la debacle electoral en las PASO

El pasado devuelve ironías, con hechos y apellidos enrevesados por situaciones que se parecen sin llegar nunca a ser iguales. Cámpora ha vuelto; su fantasma aparece como parte de una nueva farsa que deriva hacia el drama.

Al final de la tarde del 12 de julio de 1973, Juan Domingo Perón descansaba en una mecedora del primer piso de la casona de Gaspar Campos 1065 cuando José López Rega llevó ante él al presidente Héctor Cámpora para comunicarle que deseaba renunciar y así facilitar su regreso al gobierno. El achacado general de 77 años ya tenía el poder. "Habría que pensarlo un poco", dijo Perón, como desinteresado.

Un día después, al cabo de 49 días de "primavera camporista", el Tío le entregaba el mando al yerno de Lopecito, Héctor Lastiri, y se iba con el exiguo consuelo de la embajada en México. Poco antes de morir, un año más tarde, el presidente Perón firmó en su lecho de enfermo la resolución por la que cesanteaba a Cámpora como embajador. En abril de 1975, sería expulsado del Partido Justicialista por un motivo antológico. "Contribuyó con su silencio a la pretensión de crear en el exterior una imagen falsa del gobierno, con la sensación de que en la Argentina existían persecuciones", decía el comunicado de la comisión de disciplina que lo echó.

Paradoja envenenada, La Cámpora empuja ahora la maniobra de acorralamiento y presión desatada por la vicepresidenta Cristina Kirchner contra su atribulado delfín.

La crisis que siguió a la derrota en las elecciones primarias pareció encontrar el viernes por la noche un principio de salida, una vez que Alberto Fernández logró convencer a un grupo de dirigentes que entraran en el peor momento de su gobierno. En la incorporación variopinta de viejas figuras de ministros, que ya fueron funcionarios de Cristina Kirchner , hay una clave de aceptación de la vicepresidenta y un mensaje de acercamiento y de sometimiento de Alberto hacia ella.

No hay mucha novedad en los nuevos ministros, todos ellos veteranos funcionarios con pasado. En la falta de renovación de figuras se advierte un cansancio tan visible como las imposiciones de Cristina en el nuevo equipo.

Más allá o más acá del nuevo gabinete de campaña electoral que asumirá el lunes, la relación entre el Presidente y la líder del oficialismo parece haber cruzado una línea de no retorno.

Cristina escribe como grita y en su último texto quedaron marcadas...

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