Simeone hace trampa y no se dieron cuenta

No parecía una buena idea. "Cuando decidí irme con 18 años a Pisa tampoco era una buena idea... Y mal no me fue, desde ahí se me abrieron las puertas de Europa. ¿Por qué no puede ser igual ahora en mi carrera como técnico?", recuerdo que me desafió. Tuvo razón, se repitió el crecimiento. Simeone es el técnico del momento, incluso si pierde la Champions, porque es el que más consigue con menos. Él se siente pleno entre decisiones arriesgadas. Tomó al Aleti al borde del descenso y ahora piden que su figura reemplace al oso que sacude el madroño en el escudo del club colchonero. Lo consiguió con títulos e incorruptibles dosis de ambición: Atlético de Madrid se ha convencido de estar predestinado a la grandeza. No más complejos, victimismos ni autodestrucción.

Sus jugadores lo interpretaron con una fe apostólica. Compromiso, orden y equilibrio. Armó un conjunto de hierro, con colmillo y sagacidad, especialista en emboscadas. Para Simeone, la piedad no forma parte del fútbol competitivo. ¿La clave? "El mayor objetivo de un entrenador es que el equipo juegue como él lo sueña sin que los jugadores se den cuenta. Que ellos respondan naturalmente a su espontaneidad, pero haciendo lo que uno quiere", me explica. Hay un proyecto final cuando el Cholo conduce: ganar y ser el mejor a través de sus jugadores. Así, Simeone desata la envidia de sus colegas: Atlético de Madrid juega con 12. Él también entrará en el terreno del estadio Giuseppe Meazza.

Alguna vez me confesó que ni miraba...

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