Setenta años después, la historia de Ana Frank conmueve por su vigencia

Antes de la agudización de la política antisemítica de Hitler, Ana Frank se mostraba bastante indiferente ante el judaísmo. Al igual que su padre, de ascendencia liberal, nunca había manifestado verdadero interés por los rezos, ritos y tradiciones que sí practicaban su madre, Edith, y su hermana, Margoth. Su nivel de compromiso y su simpatía religiosa terminaron siendo apenas una anécdota ridícula en el ridículo y bestial escenario en el que se vio incluida Holanda durante la Segunda Guerra Mundial: de los 140.000 judíos censados en 1940 en el país, 107.000 fueron deportados y 102.000 murieron.

Hoy se evocan 70 años de su muerte. La fecha es simbólica, porque en los campos de concentración los cadáveres se contaban semanalmente.

Nadie pudo precisar el día exacto del deceso de la víctima más famosa del Holocausto, de tifus, siete meses después de haber sido descubierta en el anexo secreto de una fábrica de pectina y pocas semanas antes de que el campo de Bergen Belsen fuera liberado por el ejército británico. Pero un puñado de personas, entre las que se encontraban un par de amigas íntimas, conoció los horrores que una Ana Frank despojada de su diario tuvo que resistir mientras giraba ya en círculos alrededor de su propio desenlace.

Nanette Konig fue su compañera del Liceo Judío entre octubre de 1941 y julio de 1942. Testigo del momento en que Otto le regaló a su hija el cuaderno de notas íntimas por su cumpleaños número 13, vio con sus propios ojos cómo la joven intentó sobrevivir ya no en secreto, sino en medio de la brutalidad de un campo de exterminio nazi.

Su testimonio se verá en el documental Los días finales de Ana Frank, que Nat Geo emitirá este domingo. Antes del estreno, Nanette habló con periodistas de varios países en los que el film será presentado simultáneamente. La entonces niña se cruzó con Ana en tres ocasiones luego de que ésta fuera trasladada al campo de Bergen Belsen. Recuerda: "Me explicó todo lo que le había pasado en Auschwitz, su primer destino tras la detención. Me habló de los dos años de clandestinidad y me dijo que durante ese tiempo había seguido escribiendo el diario".

Kitty, su diario

Tras la guerra, Konig estuvo tres años internada, recuperándose de tuberculosis. Un día recibió en el hospital la visita de Otto Frank: "Me contó que quería publicar el diario. Me habló de datos que me llamaron la atención porque eran muy íntimos, como que Ana no se llevaba muy bien con su mamá. Me preguntó qué opinaba yo al...

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