Algunos sectores o aumentan la productividad o se extinguirán

Llegaron las noticias desde Bruselas y, por primera vez en mucho tiempo, . Esa fue la primera consecuencia de : venderle al mundo. Casi inédito para el discurso de "vivir con lo nuestro", que predominó en las últimas décadas. Lejos de la gimnasia de salir a ofrecer lo que el país produce, la firma del acuerdo entusiasmó a muchos y asustó a otros.No es para menos. El intercambio internacional de bienes y servicios no es un juego de iniciados; ya hace décadas que los países decidieron ir más allá del vecindario mientras gran parte de la Argentina se entretuvo en la cercanía de sus fronteras.Los acuerdos de libre comercio implican, en principio, condiciones de reciprocidad. Es decir, si los argentinos logran entrar en los mercados europeos, pues ellos podrán venir a ofrecer a los almacenes locales. Para los sectores competitivos, que invirtieron, innovaron y desarrollaron músculo exportador, la oportunidad es única. Los empresarios de la agroindustria o los exportadores de servicios aplauden de pie. Los que se acostumbraron a que sus producciones retocen en los catálogos sin competencia tienen un problema. Y ellos, más que nadie, lo conocen. O mejoran su productividad o se extinguen. Darwinismo comercial.En el medio quedarán consumidores y, claro está, trabajadores de cada una de las empresas. Los primeros también se anotarán en la fila de los que aplauden. Finalmente, para ese universo, la ecuación es tan simple como poder elegir y comprar la mejor calidad posible al menor precio. En poco tiempo el consumo abandonará la retórica del producto nacional. Si hasta decenas de políticos que critican este acuerdo lo hacen hablando desde un celular armado en cualquier punto del planeta en lugar desde uno montado en Tierra del Fuego.Para los trabajadores también hay un enorme interrogante. El país deberá generar políticas públicas capaces de resolver la salida de empleados de sectores poco eficientes, que perderán con la nueva competencia, para colocarlos en otros que ganaron con la oportunidad de un mercado mucho mayor. Empieza aquí el principal desafío para la Argentina: las reformas pendientes como para poder aprovechar el nuevo escenario de comercio global.Poco se conoce de la letra chica del tratado. Serán meses de centenares de reuniones técnicas que terminarán de pulir la forma final del nuevo marco normativo, que abarcará a 770 millones de habitantes. Puertas adentro, vendrá el debate sobre las consecuencias en medio de una campaña electoral y...

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