Santi Maratea, el influencer con una fórmula para recaudar millones, ayudar al prójimo y vestir marcas de lujo

Santi Maratea

A veces, grabar una historia de Instagram es como hablarle al espejo. Y Santiago Maratea , hoy de 29 años, se pasaba días enteros mirándose al espejo en el baño de su casa, en San Isidro, donde transcurrió su infancia.

"Me podía pasar quince horas adentro del baño. Escuchaba música, me miraba en el espejo. Soñaba con muchas cosas. Me miraba y entendía que yo era lo que soñaba. Me pasaba horas pensando que un día iba a poder recibir a un vagón lleno de personas que se bajan del subte y les iba a regalar un auto cero kilómetro a cada uno. Horas y horas me pasaba pensando en esas cosas. Todo viene de ahí", recuerda Maratea, en una entrevista con LA NACION.

Pero él hace años cambió el espejo del baño por el ojo biónico de su celular, a través del cual le habla a su universo de 1.800.000 seguidores de Instagram. Ahora, el envase es más grande, pero, en esencia, él sigue siendo el mismo. "Cuando uno es chico flashea cosas en comunidad, está más presente la idea de compartir o de transformar el contexto. Yo nunca bajé de ese delirio", dice Maratea.

Ese "delirio" infantil se transformó en una realidad concreta gracias a una fórmula que parece sencilla: si cada uno de sus seguidores pusiera una suma acotada de dinero, el monto acumulado sería inmenso. Y así, ese pibe que se resguardaba de sus tres hermanos mayores y sus padres durante horas en el baño de su casa logró recaudar cientos de millones de pesos para distintas causas solidarias, y construyó un personaje que reformateó el estereotipo del ser solidario para quitarle el aura celestial y vestirlo de Gucci.

"No, amor, no es caridad lo que hago", señala Maratea. Esa frase suena un poco extraña para alguien que se dedica a hacer campañas solidarias, pero él insiste, lo suyo no es el altruismo.

"No se me ocurre un proyecto en medios tradicionales donde yo encaje", dice el instagrammer

"En Instagram arranqué regalando productos que me daban las marcas y les decía a las marcas que si me dejaban regalar más productos ellos iban a lograr más ventas. Y así era. Entonces yo regalaba cosas y parecía que yo era el nene bueno que se nutría solo de las sonrisas ajenas, pero no, esto es un negocio y nadie lo puede hacer como yo, por eso cobro lo que cobro. Pero sí es verdad que tengo grandes intenciones y siempre se me ocurren ideas comunitarias. Yo soy así de contradictorio; el que me banca, bien, y el que no, no. No hay nada más fácil que defenderse a uno mismo porque uno sabe de dónde vienen las cosas que uno hace. Si yo me quiero comprar un buzo Gucci, lo puedo defender, no sé si está bien o mal, eso depende de la opinión de cada uno y a mí no me interesa", reflexiona Maratea.

Su relación con las redes sociales empezó con Twitter, cuando tenía 18 años. "Una vez volvía de misa y vi que una chica me había escrito. De hecho, hace tiempo que me escribía gente en Twitter que yo no conocía. Le respondí y vi que la chica puso que no podía creer que yo le hubiera contestado. Yo ese día flasheé porque me di cuenta de que había personas hablando de mi".

En 2018 tuvo su primer y último trabajo en un medio tradicional. Fue en la radio Vorterix, allí condujo el programa Generación perdida junto con Sofía Carmona. Ese ciclo terminó en octubre del año pasado, cuando Maratea decidió volar hacia otros destinos.

A tres días de que termine Generación perdida algunos medios empiezan a inventar q me voy de Vorterix por problemas con Pergolini. Es mentira, Mario es un número 1 y me banca en todas. Me voy xq soy pendejo y quiero seguir tocando puertas y...

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