El sano criterio legislativo

Es obvia la relevancia en la vida republicana de la actividad legislativa, propia de uno de los tres poderes del Estado. Todas las decisiones que reglamentan el ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución nacional deben tomarse a través de leyes. En nuestro país, el Congreso tiene asignadas, además, otras funciones igualmente trascendentes, como aprobar el presupuesto de gastos de la administración pública nacional, prestar acuerdo para ciertos nombramientos -jueces, embajadores, oficiales superiores de las Fuerzas Armadas- y hacer el seguimiento de diversos asuntos de manera permanente. La agenda de cualquier legislador debería ser, por lo tanto, intensa y con poco tiempo para cuestiones menores y superfluas.El período de sesiones ordinarias se extiende entre marzo y noviembre de cada año. La realidad muestra que las cámaras sesionan pocas veces. Cuesta alcanzar el quorum, pues no son pocos los legisladores que se ausentan con frecuencia. Por lo general, integran más de una comisión de trabajo, por lo que una o más ausencias consecutivas postergan, cuando no traban definitivamente, el desenvolvimiento de esos cuerpos y el del plenario.El Congreso cerró 2018 con la sanción del menor número de leyes desde el regreso de la democracia en 1983. Fueron apenas 36 normas, o sea, un promedio de cuatro leyes por mes. Algunas se lograron fundamentalmente como consecuencia de una notoria presión social. Tal fue el caso de las denominadas ley Justina, que produjo cambios razonables en la norma sobre donación de órganos, y ley Brisa, de ayuda a los hijos de víctimas de la violencia de género.La cifra anterior más baja de sanción anual de leyes se registró en 1987, con 57 normas, apenas un año después del récord de 183 aprobadas en 1986. Ciertas cuestiones confluyen para provocar alzas y bajas en tales números. Durante los años electorales -valga aclarar que 2018 no lo fue-, diputados y senadores se abocan más a las campañas políticas que al trabajo legislativo. Eso ocurre, en realidad, en todos los cuerpos deliberativos en el mundo. Menos explicable es la irresolución de nuestro Congreso en relación con algunas otras cuestiones, como su demora en derogar la gran cantidad de leyes que han caído por desuetudo, es decir, por no haberlas aplicado durante un lapso prolongado.En el caso particular de este gobierno ha influido, en cuanto al comportamiento general del Congreso, la situación minoritaria -excepcional en nuestra historia política-...

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