El San Martín y el Recoleta, las dos caras de los centros culturales porteños

El Centro Cultural Recoleta y el Centro Cultural San Martín nacieron casi al mismo tiempo. En principio, son casi hermanos (aunque no tanto). El primero, inaugurado en diciembre de 1980, funciona en una de las construcciones más antiguas de la ciudad de Buenos Aires, que fue reciclada por los arquitectos Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis F. Benedit. El segundo, inaugurado en mayo de 1970, lleva la firma de otro arquitecto de peso: Mario Roberto Álvarez.

Por sus dimensiones, se marcan importantes diferencias entre ellos en relación con los centros culturales barriales, que también dependen del Ministerio de Cultura del gobierno porteño. Y por su modelo de gestión, también se distinguen de espacios como la Usina del Arte, el polo cultural de La Boca inaugurado en 2014.

En el transcurso de tres largas décadas, uno y otro conocieron tanto momentos de esplendor como largos períodos (algunos más recientes) en los que salieron del foco de la actividad artística metropolitana. Actualmente, una simple recorrida por ambos da cuenta de un estado de situación edilicia muy dispar. El Centro Cultural Recoleta, como su entorno barrial, luce en buenas condiciones, ordenado, limpio. Visitar el Centro Cultural San Martín (que, por las dudas, siempre es bueno aclarar que no es el Teatro General San Martín) tiene algo de contracara. Sumado a eso, el ambiente nocturno de la esquina de Sarmiento y Paraná tampoco ayuda.

De tomar los planes previstos en las obras de infraestructura de los dos edificios, tareas que dependen del área de Desarrollo Urbano, todo indica que la brecha entre ellos será mayor. El Recoleta -lo confirma su director ejecutivo, Federico Coulin- inicia este año un necesario plan de puesta a punto sobre toda su superficie con un costo de inversión de 114.385.000 de pesos. En el Centro Cultural San Martín -lo confirma su director general, Diego Pimentel- sólo tienen previsto el arreglo de sus cuatro ascensores. El costo de inversión es de 6.700.000 pesos.

Dos edificios, dos realidades

La entrada por la plaza semicubierta y la torre en sí misma es la zona más crítica del Centro Cultural San Martín. El último trabajo de envergadura que se realizó en esa institución fue el bajo plaza (apertura de dos salas de cine y una multipropósito), que tuvo un costo de inversión de 20 millones de pesos y se inauguró en abril de 2011. Acompañada por una fuerte programación en artes escénicas, ayudó a que el San Martín saliera de un largo período de...

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