'Fue una salvajada'. El surfer acusado de incumplir el aislamiento cuenta el calvario que atravesó y cuánto tuvo que pagar

Federico Llamas, "el surfer" acusado de violar el aislamiento

Lo acusaron de irresponsable, lo insultaron en televisión, mintieron sobre su situación judicial y lo hostigaron a tal punto que, acorralado y sin poder defenderse, pensó en matarse. Federico Llamas era un joven de 27 años que se había ido de vacaciones a Brasil y la cuarentena obligatoria lo encontró volviendo en auto a su casa. De oficio electricista, en su tiempo libre practicaba surf y se había llevado sus tres tablas a la playa donde pasó todo el verano del 2020. Nunca imaginó que esas tablas iban a ser su condena y su calvario. Hasta ese 25 de marzo en que la policía lo detuvo para pedirle la autorización de circulación, sus amigos le decían "colorado". A partir de entonces, la opinión pública lo rebautizó: "el surfer".

Pasaron casi dos años del incidente en Panamericana que le cambió la vida. Recién ahora la Justicia le devolvió las tablas de surf, recién ahora el proceso se está resolviendo y recién ahora él puede pensar en un futuro lejos de la Argentina, a donde quiere ir a hacer su trabajo. Fueron meses de reconstrucción, noches sin dormir, discusiones en el juzgado y mucho dinero invertido en abogados.

Una de las primeras imágenes de Federico Llamas, en su camioneta, detenido en la Panamericana, cuando regresaba de Brasil. Allí comenzó su odisea

"Estaba volviendo de vacaciones y me transformaron en un delincuente -recuerda Federico hoy, a la distancia-. Me armaron una causa y decidieron que yo era culpable, porque nunca pude defenderme."

-¿Qué fue lo que pasó? Contame todo desde el principio.

-En la Panamericana, la policía me pidió la documentación que tenía. Yo venía de Brasil, había pasado la frontera y ahí me habían hecho firmar una declaración jurada. Pero no me dieron un papel, me dieron una foto del acta y con eso tenía que circular. Te decían que te tenías que quedar en ese domicilio que declarabas porque en los siguientes 15 días te iban a contactar. Entonces, en los controles que pasamos, mostramos eso y todo bien. Hablo en plural porque venía en caravana con una pareja amiga, que estaba en otro auto.

-¿Con quién más estabas en Brasil?

-Con la que era mi novia, que es canadiense. Nos retrasamos en volver cuando arrancó todo porque no sabíamos si ella iba a poder entrar a la Argentina. Tratamos de comunicarnos con embajadas, municipios… Nadie nos daba información. En Florianópolis, una autoridad nos dijo: "Les recomiendo que se queden donde están y se agarren de la buena fe de la gente".

-¿Por qué había dudas con tu novia?

-Porque no se sabía mucho en ese momento. Los padres de ella estaban preocupados y le pidieron que se volviera a Canadá. Ella se puso muy nerviosa y decidió irse a su país. Yo la esperé a que se tome el avión en San Pablo porque a medida que pasaban las horas, iban cambiando también las medidas y yo tenía miedo de que no pudiera embarcar. Una vez que ella se fue, pegamos la vuelta para Argentina.

Federico trabaja como electricista y hace también todo tipo de trabajos de mantenimiento.

-Estuvo todo bien hasta llegar a la Panamericana, ¿qué pasó ahí?

-En Panamericana no avanzaba el control, estaba frenado. Llegaron los medios y ahí se empezó a mover, comenzaron a dejar pasar a la gente. El oficial de Tránsito me ve con las tablas en el techo y me pregunta de dónde vengo. Le digo "Brasil". Y me dice que me tenían que separar porque a la gente que llegaba de afuera le tenían que hacer unos chequeos de síntomas. A mis amigos también los separaron. Ahí nos pidieron la documentación y nos dijeron: "Ármense de paciencia porque tiene que venir el SAME". En ese interín, empezaron a acercarse los periodistas.

-Y empezó el escándalo.

-El primero que vino fue un fotógrafo. Me dijo: "Che, pibe ¿no...

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