Una saludable transición

El mundo viene contemplando, no sin impotencia y con una mezcla de repudio y rechazo, el lamentable menosprecio social que sufre la mujer en Arabia Saudita y que ciertamente afecta la imagen de esa nación. Una interpretación religiosa demasiado estricta, pero claramente prevaleciente, se erige como la principal razón de lo que ocurre no solo allí, sino también en muchos países de la región.Las reformas encaradas por el príncipe Mohammed bin Salman, en el poder desde hace cuatro años, comenzaron a modificar felizmente ese estado de cosas. Primero, el gobierno le quitó en este tema facultades represivas desmedidas a la policía local, que se había transformado en árbitro inapelable, por ejemplo, de las formas femeninas de vestir, propensas a administrar en público indebidos castigos, con latigazos inclusive, a quienes, a su criterio, no respetaban los estrictos límites que define una cuestionable ley religiosa. Además de mitigar la segregación por sexo, se ha dictado la primera ley contra el acoso sexual.Las celebradas reformas han abierto las puertas a eventos deportivos y conciertos para las mujeres y les han permitido también conducir automóviles y viajar al exterior, levantándoles la obligación de ser acompañadas por un hombre.Mientras, por un lado, asisten a esa mayor flexibilización social, el Estado continúa persiguiendo a las activistas, gestoras y propulsoras de los cambios logrados, acusándolas de traición a su país. Muchas llevan largo tiempo en prisión.Que el 60% de la población tenga menos de 30 años explica que las redes sociales...

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