Salir de la calle: el drama de los que luchan para conseguir un techo

La fuerza de Jorge Ifrán es arrolladora, contagiosa como su sonrisa. Diferentes obstáculos lo llevaron a vivir en la calle durante un año, junto a su mujer y sus dos hijos, de 5 y 3 años. En marzo de 2014, decidió llamar al 108, línea directa del programa Buenos Aires Presente (BAP) del gobierno porteño. "Era una noche de lluvia, había armado un refugio con cartones (utilizando como estructura los aparatos para hacer gimnasia de la plaza) para que no se mojara mi familia", recuerda hoy sentado en el patio de su casa. Esta palabra tan habitual, marca un antes y un después en su vida.

"Situación de calle" es el término más utilizado para nombrar a aquellos que no tienen una vivienda: significa que se "habita" en las calles, lugar anónimo y de alta exposición. Gracias a la ayuda de Familia con Dignidad, un programa de la Universidad Católica Argentina (UCA) que acompaña el proceso de reinserción de personas en su situación, Jorge pudo salir de la calle, conseguir un trabajo en una empresa de transporte y vivir en una casa en Gregorio de Laferrère, La Matanza. Hoy, a los 38 años, se anima a contar su historia

-¿Cómo se llega a la calle?

-En mi caso fue paulatino, cada vez se complicaba más la situación habitacional. Los alquileres que no requieren garantía, que se arreglan de palabra, no se resuelven muy pacíficamente siempre. A la hora de "rescindir", no se informa por telegrama, pueden recurrir a la maldad o a la violencia.

-¿Entonces vivían con ese riesgo cotidiano?

-No, cuando la situación económica se hizo más difícil, Sabrina, mi mujer, se fue con los chicos a vivir a lo de una familia amiga. Ya sólo y en un ámbito tan adverso, un día tomé la decisión de irme. No sabía a lo que me enfrentaba, pero sí tenía claro que no podía vivir más como lo estaba haciendo. Trabajando en forma tan irregular, con gente más allá de los márgenes, acostumbrado a ver en mi entorno el uso de armas de fuego, adicciones y vínculos nada saludables.

-Sin embargo, la calle también es el "margen".

-Sí, pero ahí estaba solo, enfrentándome conmigo y mis propios límites. Pero después Sabrina se vino con los dos chicos, que en ese momento tenían 5 y 3 años. Quizás el hecho de estar todos juntos me impulsó a reaccionar, si bien cada vez que pensaba, y lo hacía permanentemente, no encontraba una salida. Era desesperante.

-¿Ofrece alguna posibilidad la calle? ¿Existe la solidaridad entre quienes están en la misma situación?

-Haber vivido allí durante un año demuestra que...

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