Saldos y retazos de la Euro

Las grandes competencias dejan rastro, confirman si la dirección es la correcta y hasta pueden ser el inesperado comienzo de algo nuevo. Es el caso de Italia. Cesare Prandelli escribió un guión inusual para una selección, como siempre competitiva hasta la médula, pero habituada a métodos menos ambiciosos. Esta vez, el símbolo fue Pirlo, lejos de los duros stoppers y los potentes delanteros. El mediocentro de Juventus, entrado en años y con más oficio que nunca, rejuveneció al equipo con pases al pie y liderazgo al corazón.Francia volvió a tropezar. El discurso renovador de Blanc fue perdiendo palabras y sustancia con el tiempo. El tibio cartel de aspirante voló con el primer remolino. Dejó la impresión final de un equipo musculoso, poco asociativo e incapaz de sacar provecho de los tres o cuatro buenos futbolistas de que dispone, especialmente Benzema y Ribery. Demasiados sinsabores para asegurar la continuidad del entrenador.Holanda vivió los últimos cuatro años de los resultados, pero perdiendo identidad, sin dudas el valor más sagrado de los holandeses. La marca de Holanda, toda la vida, fue ser un equipo reconocible, con "políticas de estado" intocables: extremos, interiores, posesión, desborde. Nada de eso esta vez. Tampoco en Sudáfrica, cuando fue finalista. Pero ahora, con tres derrotas y afuera en primera rueda, Van Marwuijk deja el cargo y Cruyff recomienda a Rijkaard (actualmente en Arabia Saudita). Quien sea no sólo deberá procurar reinventar el equipo; también deberá gestionar un vestuario explosivo una vez más.Alemania apostó a lo "seguro": un...

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