En la ruta con Skay Beilinson: una nueva vida que recién comienza

Estoy en la edad del pavo", dice Skay y se da vuelta para mostrarle al fondo de la camioneta su mejor sonrisa. Son las cero y un minuto del 15 de enero y Eduardo Beilinson, el guitarrista mejor conocido como Skay, acaba de cumplir 65 años en medio de la ruta, acompañado por su inseparable compañera Poli y su banda Los Fakires. "Los mayas dicen que después de los 52 uno vuelve a nacer, pero más sabio, para recorrer otra vez el camino desde el inicio. Entonces yo estaría cumpliendo 13, la edad del pavo, ¿no?"

Estamos en Punta Ballena, en el distrito de Maldonado, Uruguay, compartiendo la trastienda de lo que será el primer show del año de Skay y Los Fakires, el mismo día del cumpleaños del jefe, en uno de los lugares donde más disfruta tocar: Medio y Medio, un club de jazz con escenario al aire libre, metido en medio de un bosque, apenas a 100 metros de una playa de arena blanca que hace juego con la blancura de Casa Pueblo, testigo privilegiado de este pequeño paraíso turístico. "El ambiente y el clima que se arman acá son algo maravilloso", repite Poli, comandante sin galones de esta nave, que además del Capitán Skay cuenta con una tripulación compuesta por cuatro músicos (Claudio Quartero, Javier Lecumberry, Oscar Reyna y "Topo" Espíndola), cuatro asistentes y un periodista infiltrado.

En esta segunda vida entonces, que coincide con su renacer como solista tras la disolución de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Skay ha encontrado en los viajes su razón de ser, tanto en el plano personal como en el profesional. "Para una banda de rock no hay nada más movilizador que salir de gira y andar por lugares nuevos, a veces recónditos", me dijo un tiempo atrás. Y así como sus shows por el interior se convirtieron en el motor de esta etapa, sus discos funcionan como una suerte de bitácora, diarios de viaje en donde la fantasía y la mitología se cruzan con la poesía para construir un universo en el que el drama y la pasión se ubican en el centro de la escena. Cuentos fantásticos que van de la experiencia personal a las canciones y de las canciones a la vida misma, en un ir y venir constante que mezcla ficción con realidad.

Porque durante los dos días que acompañamos a esta troupe, uno puede encontrarse a las tres de la mañana escuchando incrédulo los versos profundos de un poeta francés llamado Henri Michaux, sorprenderse al mediodía con los cuentos de vacas pastando por la noche con faros atados a su lomo para despistar a los barcos en la...

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