Mucho ruido para no decir nada

Gerardo Martino trabajaba en Paraguay y no se imaginaba que en el futuro lo esperaba la selección de Messi y compañía. Entonces, le preguntaron cómo veía al fútbol argentino desde afuera. Respondió con sinceridad: "Primero, lo veo muy convulsionado. Con mucha necesidad de crear polémicas permanentemente, con discusiones innecesarias, con mucha gente que habla de códigos y de ética, y que lo practican muy poco. Pero está claro que en el futuro uno puede venir a trabajar a este fútbol que hoy ve negativamente desde afuera y meterse en este lío. Pero no me da gusto lo que veo; ni lo que veo en 90 minutos, y mucho menos lo que veo afuera, cuando terminan los partidos". Cuando Martino volvió, no cuidó el discurso y mantuvo el tono incendiario. Sobraban las razones. Como ahora.

La sensación de decrepitud avanza. Como la resignación. Es que el juego es lo de menos. El centro del fútbol no está en la cancha. El proyectil sobre Alfaro. En siete fechas ya se programaron seis partidos a puertas cerradas. El piedrazo al árbitro Loustau en Rafaela. Un hincha invadió el campo en el Nuevo Gasómetro. Las internas en las barras acechan en Boca, River, Vélez, Chicago, Quilmes? La balacera contra el micro de Godoy Cruz tras visitar San Juan. La suspensión de Arsenal vs. Aldosivi. El desprendimiento de córnea del masajista de Lanús por otro piedrazo en Mendoza. La intromisión de Aníbal Fernández para salvar de sanciones a Quilmes y ridiculizar a los organismos de seguridad.

La muerte reside con macabra naturalidad. Mientras, el ascenso se incendia todos los fines de semana con escenas brutales en el conurbano bonaerense... Mientras, desde el Parlamento se desestima un...

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