Fútbol y rugby, entre lazos y diferencias

La historia fútbol-rugby, de su estrecho vínculo embrionario, de la separación y del posterior andar por caminos opuestos, es tan fascinante como la historia misma de ambos deportes. Dos generosos libros de investigación de fútbol editados en estos días en la Argentina dedican un breve pero contundente espacio a dos cuestiones esenciales con respecto al rugby. Uno, Golazo, escrito por el uruguayo Andreas Camponar, y que aborda al fútbol latinoamericano desde lo social, explica cómo con el fin de Alumni, que de alguna manera traía del rugby y de los británicos el sentido de equipo y del esfuerzo, nació lo criollo, emparentado más con el amago, la viveza y, también, el individualismo.El otro libro, La Pirámide Invertida, del británico Jonathan Wilson, trata de la historia táctica, y remarca el 8 de diciembre de 1863, cuando en una taberna de Londres y luego de una discusión que llevó 5 reuniones, el fútbol y el rugby se fueron cada uno por su lado con sus propias reglas. En esa cuestión, tanto como en la brecha profesionalismo-amateurismo (el rugby recién declaró la era abierta en septiembre de 1995), es donde ambos juegos han tenido diferencias tan grandes que todavía se acentúan.El fútbol, amparado en su inigualable popularidad y, especialmente, gracias a su simplicidad, prácticamente no ha cambiado sus reglas. El rugby, todo lo contrario. Desde su puntuación (el try fue de 2 a 5 tantos; el penal de 1 a 3) hasta las situaciones comunes de juego, pasando por ser uno de los líderes de revisar las acciones dudosas por intermedio del video-ref. El rugby, sobre todo en las últimas tres décadas, se vivió...

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