De la Rúa, en el banquillo de los acusados, 12 años después

En una sala semivacía del subsuelo de los tribunales de Retiro empezó ayer el juicio por uno de los casos más escandalosos de la historia política reciente: el proceso contra el ex presidente Fernando de la Rúa, acusado de haber sobornado a senadores para conseguir una reforma laboral que era crucial para su gobierno.Doce años después de la sanción de aquella ley, él y los otros seis procesados ?algunos por haber pagado y otros por haber recibido las supuestas coimas? asistieron, sentados en fila, a la primera jornada del juicio, una audiencia que duró todo el día y se destinó sólo a la lectura de las acusaciones.Todos los imputados están hoy lejos del poder. Dos fueron funcionarios de primera línea del gobierno de la Alianza: el ex jefe de la Secretaría de Inteligencia Fernando de Santibañes y el ex ministro de Trabajo Alberto Flamarique; cuatro fueron senadores peronistas: Alberto Tell, Augusto Alasino, Remo Constanzo y Ricardo Branda, y el último es el ex funcionario de la Cámara alta Mario Pontaquarto, el "arrepentido" del caso. Según su relato, presenció una reunión en la Casa Rosada en la que De la Rúa habría autorizado el pago de los sobornos. Pontaquarto contó que retiró el dinero de la SIDE, lo cargó en un auto y lo entregó para que los senadores se lo repartieran."Espero que haya una condena en este juicio. Sé que me incluiría a mí también, pero es lo que corresponde", dijo Pontaquarto a LA NACION en uno de los intervalos de la audiencia.Aunque no había restricciones de público, la apertura del juicio convocó sólo un puñado de espectadores y no alteró en lo más mínimo el ritmo habitual de los tribunales. Ni siquiera cuando los acusados almorzaron, entre empleados judiciales y abogados, en el bar del último piso del edificio.En la primera fila de los enjuiciados estaba De la Rúa, sentado en una silla de plástico a no más de dos metros de los jueces. No habló, pero antes de que empezara el proceso difundió un comunicado en el que sostuvo que asistía a una causa "absurda, llena de contradicciones" y...

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