Cómo romper con la dominancia fiscal: los métodos de Raymond Poincaré y de Carlos Menem

Como presidente de la Nación, Carlos Menem encaró en los años 90 reformas estructurales que excedían un ajuste fiscal

Se vienen las elecciones y el fracaso del programa económico kirchnerista parece una invitación a que surjan propuestas de distinto tipo.

Dolarizar, hacer una nueva convertibilidad, promover una unión monetaria con Brasil y tener metas de inflación son solo algunas de las ideas que se han hecho públicas. En general, son acompañadas por una propuesta de ajuste fiscal.

El problema con estas iniciativas es que son soluciones para un problema que no tenemos. Efectivamente, se trata de distintas ideas de cómo estabilizar con un ancla monetaria, lo que es muy útil para países que tienen un problema de dominancia monetaria. Es decir, cuando la gente toma decisiones pensando que el anuncio del banco central del país (digamos, una meta de inflación) se va a cumplir, porque la política fiscal se va a ajustar todo lo que sea necesario.

Nuestro problema es al revés. Tenemos dominancia fiscal. Y la política monetaria se acomoda a lo que quieren los políticos. "La inflación alta y persistente es siempre y en todo lugar un fenómeno fiscal, en el que el banco central es su cómplice monetario", resumió en 2013 el premio Nobel de economía Tom Sargent.

La solución, entonces, pasa por reconocer que nuestro problema no pasa por anunciar un ajuste mayor o menor, sino por lograr que la gente crea aquello que el gobierno anuncia en materia fiscal. Es decir, que cambie el "régimen." En otras palabras, la credibilidad que está faltando es la del funcionario a cargo de la política fiscal, más que la del presidente del Banco Central a cargo de la política monetaria.

"En la Argentina tenemos dominancia fiscal. Y la política monetaria se acomoda a lo que quieren los políticos"

¿Como se logra esa credibilidad? Hay dos ejemplos históricos que pueden servir de inspiración.

La estrategia de Poincaré

Por un lado, está la estrategia a la que recurrió el primer ministro francés Raymond Poincaré en 1926. En ese entonces, como resume el propio Sargent, los franceses estaban usando las reparaciones que tenían que pagar los alemanes después de Versalles para reconstruir Francia. Pero el fin de la ocupación del Ruhr y el plan del comité Dawes para "reencauzar" las reparaciones en 1924, dejó en claro que los franceses no podían contar con esos recursos. El déficit fiscal tuvo que ser financiado con deuda y, eventualmente, con inflación.

Las sucesivas crisis políticas...

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