Roland Garros: sin coach, pero feliz, Juan Martín del Potro disfruta en París

PARÍS.- Paradojas del destino. En 2009, jugaba un partido extraordinario en la central con Roger Federer por las semifinales. En había pasado lo que nadie imaginaba que podía suceder: Rafael Nadal no estaba en carrera por su quinto título consecutivo. El tandilense perdió en cinco sets, en un partido vibrante, que aún hoy, ocho años después, recuerda muy bien. "Yo sentí que ese torneo era para mi y que mi semifinal con Roger era la final, porque cualquiera de los dos que pasara nos veíamos con nivel para vencer a Soderling. Pensé que nunca más iba a tener una chance de obtener un Grand Slam y unos meses después lo hice, en el US Open, y frente al propio Federer". París terminó siendo el disparador de muy buenas noticias, cuando todavía no había señales de lesiones en su cuerpo.

La escena se repitió tres años después. Otra vez con Federer. Nuevamente en cinco sets, aunque en cuartos de final. Del Potro no imaginaba que sería su último partido por mucho tiempo en el polvo francés. Había dejado atrás los problemas de la muñeca derecha con una operación y estaba de vuelta, peleando en la elite. Ese Roland Garros sería el preludio de más buenas noticias, concretadas en el All England, aunque no por Wimbledon: fue la medalla de bronce de los Juegos Olímpicos 2012.

Pasó una vida desde entonces. ¿Exageración? Son cinco años en la vida de un tenista profesional que, con un físico sano, quizá juegue de 15 a 17 temporadas. Y si la cabeza también se lo permite. Del Potro llevaba ocho años ya en el circuito cuando comenzaron sus tormentos con la muñeca izquierda, esa que pasó tres veces por el quirófano. La cabeza y las prioridades cambian. El tiempo que consume una carrera, con obligaciones y necesidades, eclipsa bastante del mundo exterior, con el que involuntariamente empieza a tutearse. Es factible que Del Potro nunca haya sentido deseos de dejar el tenis, pero es real que las experiencias fuertes, que los impactos emocionales, que las pequeñas-grandes muescas que va sufriendo una persona en su recorrido, pueden modificar conductas. Hoy Del Potro disfruta el tenis. Eso dice cada día. No hay por qué no creerle. ¿Lo dice como discurso? Podría interpretarse que sí. Pero, ¿y si fuese cierto? ¿Quién lo sabe mejor que él?

Pasaron cinco años, entonces, pero Roland Garros no se olvidó de Del Potro. La salida de la cancha 6 le formó un cordón de fanáticos que sólo quería verlo bien de cerca. Y su marcha custodiada rumbo a los vestuarios, en un trayecto de...

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