El rojo sale de copas sin marearse

Buena parte de la gloria de Independiente está relacionada con sus conquistas internacionales. Con las cuatro Libertadores consecutivas entre 1972 y 1975 empezó a cimentar el rótulo de Rey de Copas del que se siente tan orgulloso. Una época que al hincha le despierta tanta nostalgia como el juego mágico y cerebral que dictaba Ricardo Bochini.La imposibilidad de mantener la jerarquía futbolística fue disociando la imagen de Independiente con los trofeos internacionales. Hasta tal punto, que Milan y Boca le empezaron a discutir y rodear su reinado. Hubo un resurgimiento con las Supercopas de 1994 (con Cascini, Gustavo López, Garnero, Rambert y Usuriaga) y de 1995, cuando Burruchaga le añadía veteranía a la condición de jugador inteligente.Desde entonces, Independiente entró en un oscurantismo continental apenas interrumpido por algún esporádico resplandor doméstico. Malas dirigencias y erradas confecciones de planteles le hicieron perder prestigio. Hasta que hace un par de años el destino le puso en el camino la Copa Sudamericana, con tantos beneficios como perjuicios, con alegrías al contado y dolores de cabeza a futuro.En el segundo semestre de 2010, la cuestionada y turbia gestión de Comparada vio en la Sudamericana una inmejorable oportunidad para que el efecto de un título lo redimiera. No faltaron sospechosos arbitrajes que...

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