River perdió mucho más que el invicto

River está sin ropas. Desnudo en cuerpo y alma. La banda roja, la de siempre, la que suele vestir su pecho, está allí: arrojada en el césped. Tendida de cara a lo que queda de sol. Está vencida, algo que parece habitual en los últimos tiempos. Sin embargo, vivía engañado River: estaba invicto en su nuevo y curioso mundo, en la primera B Nacional. No había perdido. Un dato, en teoría, alentador, mezclado en el ocaso de su rica historia. Era el puntero, un alivio, si se espía que el camino de vuelta es largo y agotador. Y los especialistas habían provocado una suerte de shock de confianza, como suerte de analistas económicos: River está mal, pero va bien, se decía. Disfrazó la realidad River en buena parte de este sendero, porque su juego casi nunca había sido un cóctel de optimismo, apenas algunas ráfagas de vitaminas y revitalizantes.Con eso, le bastaba: primero, invicto. Una inmensa historia detrás. Sin embargo, el regreso a su verdadero sitio en el mundo tiene desvíos. Debía saberlo River. O, por lo menos, a partir de esta tarea que parece una bofetada, una cachetada a sí mismo, puede tomar conciencia de que nada es lo que parece. Que tiene un arquero joven e inexperto. Que la defensa es una ventana abierta, generosa. Que ciertas piezas de su tablero de ajedrez suelen ser devoradas de un suspiro. Que no siempre sus nombres de primera pueden escribir historias con letras de molde. Debería tomar River esta experiencia dolorosa para pedir turno y recostarse en el diván.River debería hacer terapia, viajar en la mente de algún psicólogo experto. Porque este supuesto andar victorioso, hasta ayer nomás, en el universo de la primera B Nacional, no le debe haber curado las heridas de aquel bajón. Del salto al vacío. Las tenía tapadas por un puñado de victorias. Debe secarlas al sol y, acaso, convivir con ellas. River debe jugar en el ascenso y dejar de añorar la primera división. Sólo así, seguramente, va a volver a ser.River perdió mucho más que el invicto. Mucho más que el liderazgo. Con todo, este golpazo contra Aldosivi por 2 a 1, en el Nuevo Gasómetro, contra uno de los peores conjuntos del torneo, tal vez le sirva a futuro. Para no creérsela. Para no agigantarse. Y para no volver a exponer una actuación diminuta, tan impropia para alguien de sus quilates.No sólo cayó en la trampa del laboratorio. Del centro y el cabezazo. Marcó muy mal, es cierto. En el juego, también fue una sombra. Justo ahora, cuando parecía que se estaba acomodando a este mundo extraño...

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