Revolucionaron Milán: dos hermanos argentinos impusieron un estilo 'criollo sofisticado' en su decena de restaurantes

Alejandro revolucionó Milán con una parrilla criolla y sofisticada

Los hermanos Alejandro y Sebastián Bernardez nacieron en Villa de Mayo, en el noviembre del setenta y dos. En un barrio de gente humilde, muy trabajadora… Su infancia fue en una casita con un jardín y una pileta de plástico instalada en el espacio verde. Iban a la escuela a cuatro cuadras de su casa. También tenían la iglesia cerca, a tres cuadras. Era un barrio chico donde se conocían todos. En su cuadra vivían otros chicos, cinco o seis. A la vuelta, en un terreno baldío, se inventaron la canchita donde se juntaban a jugar a la pelota. "Tengo recuerdos divinos de mi infancia -relata Sebastián-. La diversión en ese momento era salir a cazar pajaritos, andar en bicicleta y jugar a la pelota. Me acuerdo que había un terreno grande donde había caballos que eran de personas que los usaban para tirar sus carros. Ahí yo, que era medio indio, los montaba y me sentía de otro planeta".

En sus restaurantes impusieron un cambio para la ciudad: su cocina está abierta hasta las 12 de la noche. Esto arrastró a todos los locales gastronómicos importantes de Milán.

"Éramos bastante afortunados porque no nos faltaba nada"

De esas historias pasaron cincuenta años. Aquellos alrededores de Buenos Aires todavía poseían muchos terrenos baldíos, había campo en los alrededores, un monte que ambos recuerdan como muy verde, un sitio que hoy es un country. "Siempre me gustó la naturaleza -sigue Sebastián-. Para mí la infancia fue espectacular".

Por entonces aún estaba su mamá. Maestra, trabajaba en la misma escuela donde ambos hicieron la primaria. Su papá tenía a su cargo un área de la fábrica Ford bajo su control, pero había empezado muy de abajo. "Me acuerdo que mamá cada tanto traía chicos de la escuela para darles de comer en casa, para vestirlos con nuestra ropa. Éramos bastante afortunados porque no nos faltaba nada"

Ya en diciembre partían de vacaciones a Mar del Plata a casa de unos tíos o a la de los abuelos paternos que vivían en Chapadmalal. "Por aquella época era un paraíso -recuerda- Era campo total. Lo pasábamos bárbaro. Tengo hermosos recuerdos ese tiempo".

Su idea era atraer a la gente que salía del teatro, de un partido de fútbol para que fuera a comer rico en un ambiente argentino sofisticado.

El secundario complicó la pacífica infancia. Sebastián, después de haber hecho dos veces primer año, dos veces segundo y nunca haber pasado a tercero decidió enfrentar a su mamá y decirle que...

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