La revolución de los alimentos: el futuro ya llegó a la mesa de los argentinos

Un futbolista amateur toma cerveza proteica en un after office. Una chica en el barrio porteño de Palermo degusta nachos hechos con harina de grillo. Un cocinero prepara platos con recetas de un reconocido restaurante en un galpón de Villa Crespo sin cartel y los despacha a través de un repartidor de Glovo. Esas son algunas de las postales que dejan las nuevas tendencias en alimentación y gastronomía, con términos que van desde la entomofagia (el consumo de insectos) hasta las dark kitchens, las "cocinas fantasma".Y quedarse atrás no solo supone perder consumidores o market share, sino que puede resultar en un problema de marketing como el que sufrió, por ejemplo, la pizzería Guerrín cuando quedó envuelta en un escrache vegano a parrillas del microcentro de la ciudad por usar en sus pizzas queso. Sin embargo, la contracara es una oportunidad ya que, cuando meses después, empezaron a ofrecer una carta con opciones veganas, la acción fue bien recibida por los consumidores como una deconstrucción de parte de la empresa."Seguimos siendo una pizzería clásica, pero decidimos dar una vuelta de rosca para aggiornarnos a los tiempos de ahora. Así fue como incorporamos al menú opciones veganas, sin huevo ni muzzarella", dijo Marco Giaccaglia, encargado de la pizzería."En realidad nosotros siempre hicimos pizzas veganas. Muchos clientes nos hacían el pedido por teléfono, pero ahora decidimos incorporarlas oficialmente en la carta, diferenciándolas del resto con color verde", agregó.Deconstruirse y probar suerte en segmentos impensados parece ser la nueva misión, como Burger King, que ofrece en los Estados Unidos una hamburguesa vegetal (la Impossible Whooper), o Fantoche, que comercializa alfajores reducidos en calorías y azúcares como el Fantoche Sport.Y la transformación puede incluso parecer atentar contra los fines comerciales de las compañías, como la tendencia adoptada por Mondelez, Coca-Cola y Arcor para fomentar la reducción del consumo de sus propios productos a través de campañas de concientización o envases más pequeños.También atentar contra la marca ya que, con la explosión de los servicios de delivery, ya no rinde abrir una nueva sucursal de un restaurante, sino que es más conveniente desde el punto de vista económico compartir cocina con otros emprendimientos en barrios donde no se tiene presencia para llegar más lejos con el reparto de pedidos.Y, para los más osados, está la opción de tirarse a la pileta ofreciendo productos impensados, ya sea por el público como la comida chatarra para deportistas, o por el tipo de alimento elegido y los ingredientes utilizados en su elaboración. En este sentido, la comida a base de insectos pica en punta con emprendedores analizando el mercado mientras esperan la aprobación del Código Alimentario. Uno de ellos es Daniel Caporaletti, un biólogo que dirige Grillos Capos, un bioterio de insectos que pueden ser insumos para...

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