Revitalizarse, la premisa en el clásico más porteño de todos

El clásico de barrio más grande del mundo, el más porteño de todos. El Palacio Ducó, escenario de una nueva cita entre Huracán y San Lorenzo, un partido donde el orgullo tiene el mismo valor que los puntos que están en juego. Un encuentro entre vecinos, que tuvo años de oscuridad y sangre, tiempos en que el folclore se confundió con violencia y muerte y mancilló aquel encanto centenario de rivalidad sin enemigos. El episodio de hoy conlleva la reivindicación como urgencia, después del mal paso de ambos equipos en la Copa Libertadores. Un cotejo con una pesada carga anímica, particularmente para los jugadores del Globo, un grupo que todavía intenta despertar de esa pesadilla que resultó el accidente en Venezuela, que puso en jaque el futuro futbolístico de Toranzo y de Mendoza, los que peor parte llevaron en el espectacular vuelco que protagonizó el ómnibus que los trasladaba.

En estado de recuperación futbolística y también psicológica se encuentra Huracán. Quedó al desnudo en la derrota con Atlético Nacional, de Medellín, el primer partido disputado tras el traumático accidente. Entonces, el clásico tiene una valorización extra, es la aventura con la que desea relanzarse en el Torneo Transición, un certamen del que apenas disputó un partido: el debut con tropiezo frente a Atlético de Rafaela.

Sobreponerse a la adversidad es una prueba casi cotidiana para el técnico Eduardo Domínguez, que llegó a lidiar con el descenso y la obtención de un título internacional, hace apenas un puñado de meses. Con menos material a disposición que su rival, la presencia de Mariano González en lugar de Ezequiel Miralles respecto a la formación que cayó con los colombianos, enseña la prioridad por mostrar un mayor equilibrio en la zona de gestación de juego. "Era importante regresar lo antes posible para dejar atrás todo lo que pasó, como un mal recuerdo. Ese partido nos sirvió para entrar en ritmo, mostrarnos cuánto debemos corregir. Somos conscientes de que el...