La revancha política de los despreciados

Tienen por lo menos dos cosas en común: fueron hostigados durante años por el kirchnerismo y despreciados por el establishment. Ambos guardan en su memoria personal dos listas con las perradas que les infligieron los Kirchner y los consejos errados que trataron de imponerles los sabiondos del "círculo rojo". Tienen la virtud de haber resistido los crueles embates y las impertinentes sugerencias. Y cifran en esa doble resistencia parte del secreto que los trajo hasta esta inminente línea de largada, donde ahora protagonizan un electrizante empate, pero también donde se destacan como las dos únicas figuras con posibilidades reales de sentarse en el sillón de Rivadavia. Más allá de sus méritos de gestión o su formación ideológica, ya es hora de que el mundo político y empresario deje de subestimarlos. La única verdad es la realidad.

La presión oficial que alguna vez recibió Daniel Scioli para que desistiera de sus pretensiones, y también las coacciones que aguantó del antikirchnerismo más influyente para que rompiera por fin con Cristina, tienen la misma intensidad que estas asombrosas intimaciones públicas y privadas de las que es víctima actualmente Mauricio Macri para que abandone de inmediato su identidad y se confunda en un amasijo con Massa. No sólo hay enviados y mensajes de toda clase; hasta produjeron movimientos telúricos en la Bolsa de Comercio para que depusiera su actitud. Hay mucha gente nerviosa en todo el espinel. Y algunos son verdaderamente desinteresados; incluso sus cálculos y diagnósticos aparecen como atendibles. Otros menos altruistas, sin embargo, venden que se las saben todas y, para dar sólo un ejemplo reciente, pusieron el grito en el cielo cuando el jefe de la ciudad señaló su preferencia en la interna por Rodríguez Larreta. Aquel "error", para su sorpresa, resultó un gran acierto. Hoy los argumentos para tomar un camino u otro son igualmente razonables, y la decisión que al final adopte Macri (puede pasar cualquier cosa en los próximos tres días) será clave para el desempeño de la oposición. Tal vez signifique la gloria o Devoto; hoy no hay forma científica de saberlo. Pero si tanto el gobernador bonaerense como el alcalde porteño aceptaran que las corporaciones diseñen sus estrategias políticas, le estarían dando paradójicamente la razón al paranoico relato kirchnerista, y estaríamos retrocediendo a los tiempos en que esos mismos actores les propusieron tonterías y estropicios a Menem y a De la Rúa. Con las...

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