República o narco-Estado

PARTE I

En los últimos cinco años, ha quedado claramente de manifiesto el enorme desafío que enfrentará el próximo gobierno para hacer frente al avance del narcotráfico en la Argentina. Las manifestaciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y del Episcopado sobre la gravedad de ese asunto, junto a publicaciones y seminarios internacionales donde se trató en profundidad el avance narco sobre la República, son sólo un reflejo de la preocupación por la dimensión que ha tomado el tema.

Las incesantes muertes y la escalada de violencia son el legado que deja el crimen organizado, particularmente en las grandes ciudades del país. No quedan dudas de que el poder narco es la amenaza a la gobernabilidad más significativa que enfrentamos en mucho tiempo y que esto se debe a diversos motivos.

El primero y más evidente es la corrupción generada por las redes narco en los distintos estamentos del Estado, utilizando como mecanismo la coima, la cooptación y la coacción a funcionarios públicos, sobre todo a aquellos que les son imprescindibles para facilitar su accionar, proteger el "negocio" y actuar con impunidad. Esta corrupción se verifica en las altas autoridades policiales que este año han sido procesadas y detenidas en varias provincias (Santa Fe, Córdoba, Formosa, Santiago del Estero y Salta, entre otras), producto de su connivencia con los narcos.

Los avances de la investigación sobre la importación de efedrina dejaron al descubierto niveles de connivencia entre funcionarios públicos y laboratorios que importaron ilegalmente toneladas de esa sustancia para la elaboración de drogas de síntesis, sin la menor reacción de parte de los organismos de control. Esa situación quedó expuesta hace unos años con el triple asesinato de General Rodríguez, resultado de una disputa por el control de la importación de efedrina, en tanto que los involucrados habrían aportado dinero para la campaña presidencial de 2007 del Frente para la Victoria.

La segunda cuestión es la violencia que trae aparejado el poder narco y que tiene a muchas grandes ciudades del país como lamentables protagonistas de homicidios y otros delitos violentos. En Rosario, cada día es asesinada una persona por la violencia narco y se ubica entre las 50 ciudades más violentas del mundo. A ella se suman numerosos distritos de los conurbanos de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Mar del Plata y Comodoro Rivadavia, los que alcanzan tasas endémicas de homicidios y crímenes...

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