Remedio Central: Fábrega, el silencioso artesano del dólar calmo

Se movió con el sigilo de un reptil.

y tomó nota. Transcurría la tercera semana de enero y el mercado estaba inquieto. El Banco Central había iniciado el año con 30.586 millones de dólares de reservas y el 20 de enero ya había perdido 900 millones.

Juan Carlos Fábrega, presidente de la entidad monetaria, anotaba a diario rojos en las cuentas del Central. Eran días donde la voz económica que primaba era la del ministro de Economía, Axel Kicillof. Su receta era simple: devaluar de a poco y no frenar la economía. Con eso, repetía, era suficiente. La regla de tres simple

en los números del banquero.

Tres fuentes consultadas coincidieron en que el presidente del Central nunca estuvo de acuerdo en la devaluación gradual. La sangría que produce no calmar de una vez las expectativas de un mercado que descontó otro tipo de cambio son muy onerosas. "Cuando el mercado tiene en mente un valor del dólar lo mejor que se puede hacer es llegar rápidamente a ese valor. Y entonces ahí se puede empezar a trabajar en la estabilidad", repitió a uno de sus interlocutores esos complejos días de enero.

Entre el 23 y 24 de enero, Fábrega tomó las riendas de la política económica. Dos fuentes hablan de una fuerte discusión con Kicillof; otras dos, la niegan. Lo cierto es que el banquero leyó su cuaderno de notas y desempolvó los consejos de los técnicos de la entidad: devaluó en dos jornadas y llevó el dólar a los 8 pesos. Lejos de los deseos de Kicillof, subió la tasa cerca de 10 puntos porcentuales; obligó a los bancos a vender parte de sus dólares y secó el mercado de pesos. A dos meses, el dólar está al precio que él le puso y las reservas quietas. Algunos dicen que es ortodoxia, otros pragmatismo. Pero todos coinciden en algo: Fábrega actuó con racionalidad. Y con eso le alcanzó para destacarse en un gobierno en el que priman las decisiones ideológicas.

"Fábrega fue una sorpresa", se sincera el economista y director de Econviews, Miguel Kiguel.

El hombre llegó al Banco Central con los pergaminos opuestos a los de Kicillof. Fábrega, un mendocino que se mudó de chico a Río Gallegos, alguna vez intentó con la carrera de ingeniero agrónomo, pero no la terminó para ingresar al Banco Nación. Pasó 45 de sus 65 años en esa entidad; llegó a ser el presidente y sólo lo abandonó para asumir su actual cargo. Nada de academia; toda experiencia. Kicillof, por el contrario, vistió de oro toda su carrera y se mantuvo exclusivamente en los claustros.

Llegó al Central y encendió...

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