Un regreso para mostrar que nada ha cambiado

La reaparición pública de Cristina Fernández de Kirchner, convocada por un juez para rendir cuentas como imputada en la presunta comisión de un delito, ha servido únicamente para que la ex mandataria volviera a mostrar cuán ajeno e incómodo le resulta el principio de la igualdad ante la ley.

Cristina Kirchner ha preferido no contestar anteayer las preguntas de la Justicia. La ha negado siempre y eso no cambió en los cuatro meses transcurridos desde que dejó el poder. Si hay una diferencia notoria entre ella y el presidente Mauricio Macri en relación con la Justicia es que mientras que el actual mandatario se sometió a ella tras conocerse la investigación periodística denominada Panamá Papers que lo vincula directamente con empresas offshore, la ex mandataria entiende que nada debe explicarle a ningún juez. Considera que, en todo caso, son los magistrados los que deben demostrarle por qué la persiguen con causas como la venta de dólar futuro y la conocida como Hotesur, en las que se investiga nada menos que un posible fraude al Estado con ruinosas operaciones llevadas a cabo por el Banco Central y un presunto lavado de dinero protagonizado por la cadena hotelera de la familia Kirchner.

Con esos antecedentes, no sorprende que la ex mandataria haya preferido entregarse a la militancia antes que defenderse en los tribunales donde, probablemente, tampoco tenga suficientes elementos de peso para ejercer una justificación contundente.

Su silencio en el palacio judicial -presentó un escrito con un claro contenido político y escasas precisiones sobre la causa judicial- devino en una bullanguería pendenciera en las calles de Retiro, donde la militancia convencida -pero también la arreada- volvió a actuar el papel que mejor le sale: el de la provocación, el de la cultura intimidatoria. "A Cristina no la tocan", "Si la condenan, se pudre todo", "Macri, basura, vos sos la dictadura", repetían. Y, también, otro de los roles en que se ha venido perfeccionando: el de la violencia, como el ataque que sufrió la periodista Mercedes Ninci, empujada y arrastrada por un grupo de inadaptados. Y no fue la única víctima de esos desmanes. La ausencia de las policías Federal y Metropolitana dentro de las fronteras del acto fue llamativa. Se dejó librada a los propios organizadores de la convocatoria la seguridad de las personas. Una estrategia que, sin dudas, debiera ser analizada por quienes tienen a cargo semejante responsabilidad ante la ciudadanía.

También deberá...

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