La reelección enmascarada

Adivinanza: si un presidente al promediar el siglo XX consigue reformar la Constitución para poder ser reelecto diciendo que no quiere ser reelecto, y otro presidente, cuatro décadas y media después, logra otra reforma constitucional con su reelección incluida después de haber argumentado que su Norte era la modernización del sistema político, ¿cómo plantearía la hazaña de reformar la Constitución un tercer presidente que necesitase cambiar las reglas de juego para seguir en el poder? ¿Confesaría sin pudor que busca una cláusula a su medida o fingiría hasta último momento que no le interesa permanecer en la Casa Rosada, sino -mera incontinencia cívica- actualizar ya mismo la Carta Magna?

Las dos reformas constitucionales de la historia moderna, hechas, para delicia de los amantes de la numerología, en el 49 y en el 94, vinieron con la reelección bajo el poncho: de Perón, la primera; de Menem, la segunda. Puede sonar feo, pero la única vez que se instauró la reelección consecutiva sin beneficio para el organizador de la movida fue cuando se metió con el tema una dictadura, la de Lanusse. Enseguida, a la Enmienda Lanusse, el peronismo la aplicó gustoso (y en 1994 consagró sus disposiciones fundamentales), si bien la presidenta Isabel Perón no llegó a sentirle el gusto a la reelección consecutiva. Quiere decir que sin contar las de 1860, 1866 y 1898, siempre que en la Argentina hubo una reforma constitucional de la Constitución (sic) conllevó el beneficio reeleccionista para quien estaba gobernando.

¿Es verosímil la encantadora asepsia reformista que promocionan calificados voceros kirchneristas ansiosos por mejorar el sistema político, quienes juran que sólo se trata de eso, porque Cristina Kirchner en 2015 se va a jubilar? Mujer de pocas palabras, Beatriz Rojkés de Alperovich, la vicepresidenta segunda del país, viene de decirlo así: "No me da la sensación de que [la Presidenta] planifique reformar la Constitución para prolongar el mandato". Ventiló sensaciones en el mismo momento en que el Gobierno iniciaba su ciclo de debates oficiales modelo ley de medios, titulado sin atisbo de duda "Hacia una nueva Constitución". Al día siguiente, el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, mentó el combo y, de ese modo, lo denunció. Dijo que reformar la Constitución para una re-reelección no le gusta y que la reforma es innecesaria.

Ahora sólo falta que Cristina...

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