Reducir el uso del auto: algoritmos y tecnología, aliados de las grandes ciudades

Hace cuatro años, Pablo Azorín y su mujer tomaron una decisión que no fue fácil. "Vendimos nuestro auto", cuentan. Toda una paradoja, ya que él es el jefe de Seguridad Vial y Medio Ambiente de la Federación Internacional del Automóvil. Hoy camina más, usa la bicicleta eléctrica y la moto, y mucho el transporte público. "Tener un auto en Palermo era un problema. Era imposible estacionar, las cocheras pagas son muy caras y además vivimos a dos cuadras del metrobús y del subte. Éramos el caso ideal para deshacernos del auto y lo vendimos. No nos arrepentimos para nada", describe."Cuando nuestros dos hijos empezaron el colegio, se reflotó en casa la idea de comprar un auto. Pero hicimos los cálculos y encontramos que los costos eran siderales en relación con los beneficios. El jardín queda a nueve cuadras, en una zona muy transitada. Ibamos a tardar más del doble para llegar e iba a ser imposible estacionar. Cuando lo necesitamos, alquilamos un auto o tomamos algún sistema de taxi. Son muy pocas veces", apunta Azorín.¿Cómo hacer para que, como la familia Azorín, los habitantes abandonen el auto para moverse por la ciudad? Esa fue una de las preguntas claves de la Cumbre de Líderes de Transporte Público, un encuentro convocado por la Unión Internacional de Transporte Público (UITP) y el gobierno de Moscú, que reunió hace 20 días a los responsables del tránsito de las principales metrópolis del mundo.Moscú, Berlín, Ámsterdam, Montreal, Singapur y Madrid fueron algunos de los casos de éxito que se presentaron. También estuvo Buenos Aires, por ser la ciudad latinoamericana que mejor rankeó en movilidad y conectividad de la mano de las bicicletas públicas, el metrobús y la tarjeta SUBE. Cada ciudad aplicó distintas estrategias para ganarle al auto: cobrar impuesto al atasco de tránsito; estimular el uso de bicicletas y monopatines; dotar de mayor confort al transporte público; lograr una mayor conectividad entre trayectos, o desarrollar algoritmos para predecir cuál es la peor decisión a la hora de salir de casa. Y no solo lograron reordenar el tránsito: también bajaron la tasa de accidentes y muertes, tienen menos contaminación y consiguieron bajar el tiempo que pasan sus residentes yendo de un lugar a otro. Esto tuvo además un impacto directo en la percepción de felicidad."Cuando estudiamos una ciudad, lo primero que nos preguntamos es si facilita o dificulta el estilo de vida activo de los habitantes", apunta Mohamed Mezghani, secretario general de la UITP. "El transporte tiene que ver con la calidad de vida y con la felicidad. La gente pasa un 10% de su día en viajes. Y ese tiempo es cada vez mayor, porque la población urbana sigue creciendo. Necesitamos desarrollar muy rápido estructuras que nos permitan trasladar grandes volúmenes de pasajeros de la manera eficaz", explica. "Pero para eso tenemos que cambiar el paradigma de nuestra movilidad. Tenemos que ofrecer alternativas variadas y flexibles. La economía del compartir va a revolucionar el...

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