La recuperación del liderazgo presidencial

El desempeño de en la reciente reunión mereció elogios de los mandatarios que participaron y de observadores internacionales. El poder de iniciativa de nuestro presidente y su capacidad para comunicarse con líderes mundiales, permitió que la Argentina desempeñara un rol cuya relevancia excedió lo que podía esperarse por nuestra dimensión relativa y nuestras actuales debilidades. Estos caracteres personales deberían también quedar en evidencia en la gestión doméstica de nuestro jefe del Estado. Los fuertes desequilibrios heredados exigen un liderazgo capaz de convencer y aplicar acciones de dureza inmediata, pero imprescindibles para salir sólida y definitivamente.A partir de la corrida cambiaria del mes de abril, el estilo de gobierno del presidente Macri ha sido el de ir detrás de los acontecimientos. Su actitud pasó a ser claramente defensiva y sus decisiones responden a los hechos, cuando lo ideal es anticiparse a estos.No impidió eso que algunas de las reacciones presidenciales demostraron buenos reflejos en momentos en que el abismo se abrió frente a sus pies. Debe destacarse, en tal sentido, la convocatoria al FMI para evitar caer en cesación de pagos cuando el Gobierno perdió el acceso al crédito externo. Esto ocurrió cuando la cotización del pasaba de 20 a 27 pesos en el mes de junio sin que fueran efectivas las fuertes medidas para contenerlo. Nuevamente durante agosto la cotización subió y llegó a 42, estabilizándose luego entre 35 y 38 pesos. Lo cierto es que por momentos el gobierno y el Banco Central parecieron perder el control de la situación y la confianza cayó abruptamente. Recién cuando la devaluación acumuló el 90%, pudo lograrse un calma cambiaria, pero a costa de una durísima política monetaria con una muy alta tasa de interés que produjo el actual estado recesivo.Este escenario reproduce otros similares de nuestra historia. Se inician con la existencia de un fuerte desequilibrio fiscal mientras la política oficial es reticente a reducir el gasto. No habiendo un ajuste ordenado, en algún momento este se produce espontáneamente mediante una fuerte y no programada devaluación. Esta se traslada más rápidamente a los recursos tributarios y a la recaudación obtenida de los derechos de importación y exportación, mientras repercute más lentamente y con retraso en los salarios públicos y las jubilaciones. De esta forma comienzan a corregirse simultáneamente los desequilibrios: externo y fiscal. Pero si no hay una reducción...

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