A la reconquista de la ingenuidad perdida

El hecho de que Francisco Kröpfl decidiera llamar a La tercera es la vencida "divertimento escénico", en lugar de "ópera", no implica sólo una determinada posición estética, sino la voluntad de no dejarse encerrar en los protocolos del género. Aunque es posible que ya nadie pueda definir con precisión qué es una ópera, el compositor prefirió, de todos modos, tomar distancia de ese nombre y de la tradición contenida en él.El punto de partida es el cuento popular italiano El niño en la bolsa, tal como fue recopilado por Italo Calvino. El asunto del relato es simple: un niño falta a la escuela para ir a comer peras a un peral; allí una bruja trata de llevárselo a su casa para cocinarlo y comerlo con su hija. Dos veces intenta engañarlo con disfraces y pelucas; lo logra la tercera, lo mete en una bolsa y se lo lleva. Durante la caminata, el niño logra escapar dos veces, pero no la tercera. Por supuesto, el final es feliz y el niño escapa de la casa de la bruja. Si bien se destacó la soprano Johanna Pisani como Pierino Pierone, el reparto vocal fue sumamente parejo, lo mismo que el ensamble dirigido por Jorge Rotter.Sin embargo, a Kröpfl y al poeta y semiólogo Oscar Steimberg, autor de los textos, les interesó menos la trama mágica que la recurrencia de la estructura y la repetición del número tres. En ese interés compartido resuenan sin duda las investigaciones sobre la morfología del cuento que realizó el investigador ruso Vladimir Propp. La persistencia del tres se generaliza: decide la división en tres partes de la obra, cuya sección central es una especie de película muda en vivo que hace las veces de...

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