La real oposición a Javier Milei: el enfriamiento de la economía

El presidente de Argentina, Javier Milei

Si uno tuviera que recomendar bibliografía para iluminar mejor el momento político y económico que está viviendo la Argentina, para entender desde una perspectiva más amplia y profunda de qué se trata la discusión, sería el momento de volver a los libros de Roberto Cortes Conde , un historiador que dedicó su vida a estudiar, desde el punto de vista del paso del tiempo, el problema fiscal. Todos sus trabajos giran alrededor de una pregunta, de un problema. Él sostiene que en la Argentina, desde mucho antes de la independencia, ha habido una cuestión que no pudimos resolver. ¿Cuáles son los bienes, los servicios y prestaciones que debe dar el Estado y cómo se financian? Es la pregunta acerca del gasto y los impuestos. Esa es la cuestión central hoy en la Argentina por muchas razones. La primera es que ese problema ha tenido un nivel de deformación que ya se vuelve patológico, aun para quienes son, desde el punto de vista conceptual, personas poco proclives a poner lo fiscal en el centro del drama económico. La segunda razón por la cual es tan importante entender esta cuestión fiscal es que este Gobierno, con Javier Milei a la cabeza, ha decidido que toda la organización político-económica y su programa se basen casi exclusivamente en una promesa: reducir el déficit fiscal. ¿Cuál va a ser el régimen cambiario? ¿A cuánto va a estar el dólar? ¿Dónde va a estar la tasa de interés? Eso no le interesa al Gobierno. La piedra fundamental de todo el edificio es la cuestión fiscal. Y si la cuestión fiscal se complica, empiezan a haber problemas en serio.

Si uno quisiera sintetizar en una línea de qué se trata la cuestión, habría que ir a buscar los diez puntos que puso el Presidente para lo que él llama el Pacto de Mayo y leer en ese temario el punto tres. Es el único punto que importa. Todos los demás dependen de este objetivo que él plantea en ese texto: "Reducir al 25% la carga del Estado sobre la economía". Esta cuestión, si se la encara en serio, supone revisar muchísimos aspectos no solo de la economía sino también de la política y la vida social. Detrás de la cuestión fiscal, obviamente está la cuestión federal, la relación entre el poder central y los gobernadores, porque gran parte de los recursos son coparticipables. Esto es lo que plantea Cortes Conde: no solo hay que ver cómo gasto sino cómo financio ese gasto, de dónde vienen los recursos y quién los pone. También las empresas van a estar puestas sobre la mesa si cuestiono el problema fiscal, no solo porque en la Argentina soportan en cualquier actividad económica un peso abrumador del Estado, que aplasta cualquier iniciativa También porque hay muchas empresas que hacen fortunas amparadas por un decreto, fortunas que se hacen con impuestos o a través de subsidios y protecciones arancelarias. Es decir, fortunas que dependen del Estado. El ejemplo que se está tomando todos los días ahora, hasta al FMI lo mencionó, es el régimen de Tierra del Fuego.

Pero detrás de la pregunta fiscal también está la pregunta por la corrupción. Por cómo se financia la política, quién debe solventar y cómo la democracia. En qué medida la política debe estar sostenida por recursos del Estado. Cuando se habla de política, uno no se refiere a las familias de los políticos, que es lo que viene sucediendo después de tanto tiempo. Hay un Estado cada vez más pobre con una legión de políticos multimillonarios. Una vieja declaración de José Manuel De La Sota, que le dijo hace años a Bernardo Neustadt: "Algo anda mal en la Argentina si la gente cada vez está peor y los políticos cada vez estamos mejor". Hablaba del patrimonio. Este es el problema. Guillermo Francos durante la conferencia de prensa junto a gobernadores

Es obvio que si quiero reducir la dimensión del Estado de 45% a 25% del producto voy a tener que contar con un plan político y no solo fiscal. Aquí es donde aparece con toda claridad el rol estratégico de la negociación que abrió el Gobierno con los gobernadores, una de las políticas que deben estar incluidas en este programa económico, cuya clave de bóveda -insisto- es fiscal.

En estos días hay una novedad especial: aparecieron los números. Hasta ahora había una retórica de lo que estaba pasando con el programa económico. Pero ahora hay datos concretos. A partir de marzo tenemos números de enero y algunas cifras de febrero. Allí podemos ver la realidad y calibrar hasta dónde el Gobierno ha avanzado en lo que dice que avanzó, hasta dónde no avanzó, qué consistencia tiene la política fiscal y en qué medida lo hecho hasta ahora es sostenible o está amenazado. Una de las cosas que hay que empezar a mirar es el gasto. Nos basamos en datos relevados por Alfonso Prat-Gay. Si se compara el mes de enero del año pasado con enero del actual, nos encontramos con que ha caído el gasto social 29,5% en términos reales. Pero más importante aún es ver las transferencias a las...

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