La reactivación es un dogma de fe

Es el tema recurrente de las conversaciones entre funcionarios. Y volvió a plantearse hace dos martes, en una de las reuniones del equipo económico, cuyos miembros se miraban unos a otros sin encontrar respuesta: ¿por qué la economía todavía no repunta si se han tomado medidas correctas? Nadie supo responderlo de un modo convincente. La ansiedad ya existía, pero se intensificó hace pocas semanas y, por primera vez, involucra a macristas y hombres de negocios por igual.

Es probable que el punto de inflexión hayan sido los números de octubre, que mostraron que se interrumpía un proceso alentador y tenue que se había iniciado en agosto: frenada la caída del producto, comenzaba por fin a cumplirse la promesa del segundo semestre. Pero septiembre volvió a ser gélido: terminó, según el Indec, 3,7% abajo y extendió la recesión.

La sensación es entonces de cierto desaliento. Tal vez haya influido también el triunfo de Donald Trump, que le agregó incertidumbre a la incertidumbre: la Argentina esperaba recibir el año 2017 con otro gobierno demócrata después de haber tenido, dicen en el Gobierno, la mejor relación en varias décadas con la administración norteamericana. Hace 20 días, horas después de la victoria del magnate neoyorquino, un grupo de empresarios y políticos argentinos que hacía un tour por Washington quiso conocer allí la opinión de Roger Noriega, ex secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental. Estaban Gustavo Marangoni, Mario Negri, José Ignacio de Mendiguren y Rafael Pascual, entre otros, y le preguntaron por Trump. La respuesta de Noriega, también republicano, los dejó más preocupados: les dijo que, si bien en general todos los dirigentes del mundo se moderaban cuando llegaban al poder, había que estar alertas porque el presidente electo tenía a veces rasgos infantiles. Un día antes, el mismo en que se hicieron las elecciones, el grupo había salido ilusionado de un encuentro con Timothy Stater, director de Comercio del Departamento de Estado, que les había contado que, con Macri, las relaciones entre ambos países habían pasado de inexistentes a "inmejorables".

Trump puede haber significado para muchos industriales la legitimación del viejo discurso proteccionista, pero también trastocó la visión del horizonte y terminó cambiando la atmósfera.

Otros empresarios creyeron interpretar esa perturbación el miércoles, en la mesa del diálogo social que volvió a hacerse en la Casa Rosada, al ver que había cambiado la...

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