Rajoy admitió que se equivocó al confiar en Bárcenas y resistió el pedido de renuncia

MADRID.- "Me equivoqué." Con dos palabras sorpresivas, el presidente del gobierno español, http://www.lanacion.com.ar/1606423-mariano-rajoy-contra-el-ex-tesorero-del-pp-me-equivoque-al-confiar-en-barcenas, intentó superar ayer la grave crisis política que atraviesa su gobierno a causa de las confesiones del ex tesorero Luis Bárcenas sobre la presunta financiación ilegal y el pago de sobresueldos en el Partido Popular (PP).Lo dijo apenas se abrió la http://www.lanacion.com.ar/1603511-rajoy-cedio-a-los-reclamos-e-ira-al-parlamento-a-dar-explicacionesdedicada exclusivamente al escándalo de corrupción. "Cometí el error de creer a un falso inocente, pero no el delito de encubrir a un presunto culpable", leyó desde el estrado del Senado. Empezaba una sesión electrizante, de las más crudas que se vivieron en los 36 años de la democracia española."No me voy a declarar culpable porque no lo soy. No voy a dimitir ni convocar a elecciones anticipadas", anunció cinco horas y media después, cuando los líderes de 15 bloques legislativos ya le habían exigido con durísimos términos que renunciara.Rajoy se presentó como la víctima de un engaño cometido por el hombre que él ascendió a tesorero del PP y que desde hace un mes está preso por graves delitos fiscales. Negó la financiación ilegal, y dijo que no le constaba que existiera una contabilidad paralela como la que reveló Bárcenas a la justicia.Pero en su intento de defensa admitió, con eufemismos, pagos a la cúpula del partido. "¿Se han pagado sueldos? Sí. ¿Se han pagado remuneraciones complementarias por razón del cargo? Sí. ¿Se han pagado anticipos o suplidos a justificar por gastos inherentes al desempeño del cargo? También, como en todas partes", dijo. Y añadió: "Declarar los ingresos privados a Hacienda ya es una responsabilidad individual".El presidente desmintió haber recibido dinero en negro. Se limitó a decir que todos sus ingresos figuran en sus declaraciones juradas.Rajoy aceptó comparecer ante el Congreso tras meses de negarse siquiera a mencionar a Bárcenas. Se rindió después de que el socialismo le dio un ultimátum: si no iba voluntariamente, presentaría una moción de censura.De todos modos, se encargó de aclarar que no estaba allí "empujado por la irresponsable amenaza" del líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. Blanqueó que su preocupación era "frenar la erosión de la imagen de España" y que debía tener "exquisito cuidado" con las señales que se dan a los mercados internacionales, en medio de la...

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