Raíces de la crisis: fragmentación política, incertidumbre y sacrificio

A 40 años de la restauración de la democracia, el país está envuelto en una crisis política e institucional

El clima político público abunda en sentimientos ciudadanos variados, de descontento, de apatía y aún de involucramiento en quienes están habitados por certezas. Los actores públicos, así como las instituciones se fragmentan y confrontan aparejando parálisis en las decisiones e interrogantes sobre la legitimidad de las acciones que se emprenden. Esos son los componentes mayores de la crisis política e institucional actual. Pero, lo más extendido en aquellos que se sienten participes de la vida pública es la incertidumbre.

Este 2023 es un año de renovación de la representación política y si la incertidumbre es propia de los tiempos electorales, lo es aún más allí donde la escena de quienes aspirarían al poder representativo es cuanto menos indefinida. Es posible imaginar evoluciones variadas y lo que está en juego es inusual, puesto que en la campaña electoral no solo se definirá la consagración de un futuro gobierno y otras instancias representativas, sino -con un énfasis inhabitual- la expectativa de que en la Argentina se geste una inflexión que procure sobrellevar el estancamiento económico, la pobreza de una parte importante de su población, un reclamo por las desigualdades, la alta inflación y el cepo cambiario.

Se avecina un tiempo que acarreara sacrificios que serán factibles de transitar si son considerados como inteligibles y justos en su finalidad por una amplia mayoría.

La Casa Rosada, caja de resonancia del clima político del país

La competencia política

En los albores de la campaña electoral se ha iniciado la disputa sobe quiénes serán sus protagonistas.

Para iluminar la escena de la competencia política debería prestarse atención a las inclinaciones ciudadanas que son, en su mayoría, de desconfianza y aun de rechazo categórico hacia los postulantes. La casi totalidad de ellos, si acreditamos las encuestas, muestra un predominio de la imagen negativa - llegando hasta niveles de 60% o 70%-. Y las intenciones de voto están por debajo del 20 por ciento . El electorado mayoritariamente fluctuante se definirá en el curso de la campaña y pesará significativamente en la escena que se configure luego de las PASO.

¿Pero acaso no hay una polarización, aun una grieta, entre identidades por consiguiente enteramente contrapuestas?

La aludida fragmentación se acentúa a medida que se avecina la hora de las urnas. Las redes partidarias...

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