Rafecas debe ser juzgado

Más de trescientas personalidades de distintos ámbitos, incluyendo intelectuales, abogados, empresarios, periodistas y políticos, firmaron días atrás una solicitada para pedir la remoción del juez federal Daniel Rafecas por haber desestimado la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra la entonces presidenta Cristina Kirchner, el ex canciller Héctor Timerman y otros dirigentes kirchneristas por el presunto encubrimiento de los iraníes sospechados de haber atentado contra la AMIA en 1994.

En más de una oportunidad sostuvimos en esta columna, y lo reiteramos ahora, que una acusación tan grave como la de encubrir a los autores de un atentado que costó la vida de 85 personas, dirigida contra una presidenta y su ministro de Relaciones Exteriores, jamás debió desestimarse. Al contrario, debió procederse a una profunda investigación y a una cuidadosa y objetiva valoración de la prueba ofrecida por Nisman, además de la búsqueda de nuevos elementos.

Si, como sostuvieron algunos críticos de la labor del fiscal, como el propio Rafecas al desestimar la denuncia, las pruebas carecían de fundamentos sólidos, era en el transcurso de una investigación judicial donde aquellas supuestas inconsistencias deberían haber quedado de manifiesto.

En cambio, la desestimación produjo el efecto contrario. Por un lado, porque no hizo más que ahondar las sospechas sobre Cristina Kirchner y el memorádum de entendimiento que su gobierno firmó con Irán y que para Nisman fue el instrumento con el que se habría querido beneficiar al régimen de Teherán. Y, por otro lado, la determinación de Rafecas también lo perjudicó a él, sobre quien racayeron sospechas de parcialidad.

En una palabra, no sólo no se disiparon las dudas, sino que se potenciaron y actualmente se procura que, de una vez por todas, se proceda a la investigación que Rafecas no quiso realizar.

Las sospechas aumentaron cuando, al poco tiempo de firmar el desestimiento de la denuncia, Rafecas se vio beneficiado al cerrársele en el Consejo de la Magistratura un procedimiento para investigarlo por haber intercambiado de manera escandalosa 196 mensajes telefónicos con un abogado amigo suyo que participaba de la defensa del entonces vicepresidente Amado Boudou en la causa sobre la ex imprenta Ciccone, que Rafecas instruía. En algunos de aquellos mensajes el juez le aconsejaba al abogado cómo proceder. El beneficio que recibió Rafecas pudo ser un grotesco intercambio de favores.

La decisión del magistrado de hacer caso...

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